Cádiz

La desastrosa historia de la pérgola de Cádiz

La pérgola en 2020, tras los destrozos sufridos por un incendio.

La pérgola en 2020, tras los destrozos sufridos por un incendio. / Julio González

El Ayuntamiento de Cádiz va a invertir unos 270.000 euros en arreglar los desperfectos que un incendio producido en 2020, y agravado con otro en 2021, provocó en la pérgola del parque Genovés.

La que debía convertirse en una de las atracciones visuales del casco antiguo, como balcón elevado a la Bahía, acompañado por una espacio urbanizado en el viejo e infrautilizado paseo de Santa Bárbara, se convirtió pronto en objeto de chanza e indignación por la pobreza estética de la obra, y por los malos acabados de la misma.

Abierta en 2015, con un coste de 1,5 millones de euros de los que el 80% lo aportó la Unión Europea, se incluyó rápidamente en el listado de "mamotretos" que en gobierno de José María González heredó tras su llegada al Ayuntamiento ese mismo 2015.  El objetivo, entre los que se incluía a "Queco y Queca", los 'faros de la Libertad' en la plaza de Sevilla y en la de la Hispanidad, era eliminarlos en cuando se pudiese: tanto por su coste como por los plazos obligados por la UE a la hora de mantener intacto proyectos financiado por Europa.

Pasado el tiempo, "Queco y Queca" siguen en pie, aunque sin funcionar desde hace años los luminoso que le podían dar algo (más bien poco) de sentido, mientras que el gobierno de González afronta una costosa inversión, para un Ayuntamiento de recursos tan limitados, para reparar los daños en la pérgola, en lugar de utilizar este dinero para su demolición.

Lo cierto es que una vez se acondicione de nueva este equipamiento, que nunca tuvo el uso para el que se construyó: el paseo superior tenía una balaustrada y los locales para tiendas y hostelería fueron rápidamente ocupados por indigentes, éste pasará a manos de la UCA.

El convenio que en su día firmaron el Ayuntamiento y la Universidad, incluía el paso a manos de la UCA de este edificio. Entonces se pensaba ubicar allí todo el servicio arqueológico de la institución academica, con la posibilidad de poner en marcha talleres para el público.

Sin embargo, desde la llegada al Rectorado de Francisco Piniella, la Universidad no ha tenido el menor interés por afrontar esta parte del convenio. Todo lo contrario. El rector nunca ha querido este equipamiento y siempre ha intentado dar largas a su paso a manos académicas. Ahora, tras estos trabajos de acondicionamiento, no tendrá más remedio que aceptarlo. Y de darle contenido.

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