El delta que se ha ido forman a pie de costa en La Palma tras la erupción del volcán Cumbre Vieja ha ampliado, por el momento, el territorio de esta isla en unas 40 hectáreas. Para constatar la amplitud de este nuevo terreno, la superficie es similar al que ocupa el barrio de Astilleros en Cádiz, donde se levantan 1.500 viviendas, un gran parque, un complejo educativo y el centro comercial de El Corte Inglés.

Si nos fijamos en el territorio hasta ahora ocupado, y destrozado en cuanto a viviendas, plantaciones y naves industriales, por la lava provocada por la erupción, la cifra supera con creces las 600 hectáreas, lo que significa casi un tercio del termino municipal de la capital gaditana.

La magnitud de estos datos permite trasladarnos a la magnitud de la tragedia que están viviendo los vecinos de La Palma, sobre todo cuando la lava sigue ocupando más y más suelo en su camino hacia el mar ampliando el delta, o creando uno nuevo.

Como el delta ahora creado, el barrio de Astilleros se levanta sobre terreno ganado al mar hace ya unas décadas y que durante años fue ocupada por la factoría naval hasta que este suelo quedó ocioso y pasó a manos de la ciudad hace un cuarto de siglo.

Lo cierto es que Cádiz ha ido creciendo comiendo terreno al mar. De las más de 1.200 hectáreas que hoy ocupa su término, cerca de un tercio se ha ganado mediante rellenos: la barriada de La Paz fue la operación de mayor calado ejecutada a principios de la década de los años 60 del pasado siglo. La más reciente, es la construcción del nuevo muelle de contenedores, que se está realizando en fases, que tendrá una superficie cercana a las 40 hectáreas, lo mismo del delta en La Palma.

Relleno para la creación de la Zona Franca de Cádiz.

El propio puerto gaditano ha ido creciendo a base de rellenos desde que se demolieron las murallas en 1906. El muelle ciudad amplió su suelo en la década de los 40 mientras que en muelle de contenedores Reina Sofía nació en los años 80.

Antes, los primeros rellenos se efectuaron a mediados del siglo XIX para permitir la llegada del ferrocarril a la ciudad, habilitando suelo a pie de la muralla; años más tarde se planteó la Exposición Marítima, que dio pie al primer astilleros de la ciudad de la mano de los hermanos Vea Murguía.

Tras la concesión de la Zona Franca a finales de los años veinte del pasado siglo comenzó a dibujarse rellenos parciales en la entrada a la ciudad para esta nueva infraestructura económica. La operación de mayor calado se planteó con el Protocolo Franco-Perón firmado en 1948 y que convertía a Cádiz en el puerto de entrada a Europa de los productos elaborados en Argentina.

El país americano iba a levantar una Zona Franca propia que, unida a la gestionada por España, iba a ocupar un terreno de más de 600 hectáreas para lo que se preveía un relleno espectacular en el saco de la Bahía, entre Cortadura y el Río Arillo. Un suelo casi tan grande como la propia ciudad de la época.

El proyecto no salió adelante debido a la inestabilidad política en Argentina (la Zonas Franca creció pero en suelo de relleno en la zona de Cortadura), pero veinte años más tarde fue la iniciativa privada la que proyectó rellenos en la Bahía, aunque con una superficie bastante más reducida, para la construcción de viviendas, hoteles, centros comerciales... en lo que se llamó Cádiz III.

Ya en democracia, el Ayuntamiento de Carlos Díaz diseñó una isla a la altura de Cortadura para reubicar allí el atestado cementerio de la ciudad, que finalmente se traslado al Mancomunado de Chiclana; en la etapa de Teófila Martínez y en la misma zona se propusieron viviendas sobre palafitos, a la vez que sí se hacía un pequeño relleno que permitió conectar el paseo marítimo de La Paz con el barrio de Puntales.