El Centro: el sello de la Cádiz más americana

Cádiz, barrio a barrio

Es la joya y el corazón del pasado lleno de esplendor de la ciudad cuando tenía el monopolio del comercio con el otro lado del Atlántico y ha sabido conservar su personalidad con el paso del tiempo

Es una zona cada vez más blindada al tráfico y donde el peatón ha adquirido un gran protagonismo con el reverso de la falta de aparcamientos

Más de un centenar de medidas para fortalecer el comercio del centro de Cádiz

Una torre mirador al fondo en una de las calles del centro de la ciudad.
Una torre mirador al fondo en una de las calles del centro de la ciudad. / Ramón Núñez
Melchor Mateo

09 de mayo 2023 - 06:00

El corazón de Cádiz está en el centro pero éste cada vez es más mayor. El gran tesoro de la capital que tanto gusta a los turistas tiene mucha vida por sus calles, en el exterior, pero busca no perderla en el interior. Las ciudades tienen alma o no en función de la gente que la convive.

El centro siempre ha sido el epicentro de la ciudad a partir de la cual se ha ido extendiendo el resto de la misma. En la época de la Reconquista y cuando Cádiz volvió a manos cristianas, empezó a construirse lo que se llamaba entonces extramuros, como es el caso de Santa María. Tras la explosión de 1947, la ciudad se expandió hacia más allá de las Puertas de Tierra y se crearon grandes barriadas que fueron haciendo que esta zona fuera la más poblada de la ciudad en detrimento del centro y los barrios periféricos de intramuros.

Siempre se ha dicho que Cádiz es la ciudad española más americana y eso no es una casualidad, sino que la capital gaditana ha tenido un continuo intercambio con el otro lado del Atlántico que tuvo su momento álgido a partir del monopolio del comercio de América gracias al traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en el año 1717.

Varios jóvenes pasan por la calle Columela.
Varios jóvenes pasan por la calle Columela. / Ramón Núñez

La fisonomía del centro y su arquitectura se le debe en gran parte al período dorado del siglo XVIII y hasta el momento en el que coge Las Cortes de Cádiz tras el sitio de las tropas napoleónicas y que alumbró la primera Constitución Española en el año 1812.

En unos años con una enorme actividad comercial, con gente de todas las nacionalidades, Cádiz se convirtió en una de las grandes urbes del mundo. José Manuel Vera Borja, que fue concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Cádiz en tiempos de Carlos Díaz, vino a decir que entonces Cádiz era considerado el Nueva York de la época.

El intercambio comercial y la vida que había en esa época hizo que muchas de las casas que se construyeron, que en otras ciudades apenas tenían la planta baja y otra más, en Cádiz llegaban hasta las tres. En algunos casos eran las propias viviendas y empresas de estos comerciantes que remataban con las torres miradores, una de las señas de identidad de la capital gaditana y que tienen su mayor exponente en el centro de la ciudad.

Un ciclista pasa junto a la parte peatonalizada de la plaza de España.
Un ciclista pasa junto a la parte peatonalizada de la plaza de España. / Ramón Núñez

Esa joya arquitectónica urbana es la que le ha dado una personalidad especial a su casco histórico y que la hace ser la ciudad menos andaluza de toda la comunidad desde este punto de vista. Pero esa diferencia es lo que la hace ser muy atractiva a todo el que viene desde fuera, que queda hechizado con la misma.

El centro de Cádiz también se vio beneficiado por el maná de millones que vino gracias al Plan de Rehabilitación que la Junta impulsó a finales del pasado siglo y al que también contribuyó con sus propias políticas el Ayuntamiento de Cádiz.

Tras muchos años en los que se había producido un deterioro visible del centro de la ciudad con un comercio que menguaba a pasos agigantados, la mejora de los edificios, de las casas, y también de las calles hizo que el centro poco a poco volviera atener realce.

El centro ha sido durante muchos años el corazón económico pero también lo es el comercial. En un mundo tan cambiante, Cádiz no ha sido ajena a la invasión de las franquicias que hacían que los centros de las ciudades tuvieran casi las mismas marcas y que sólo se diferencien unas de otras por el comercio de proximidad, el propio.

Sin embargo, con el afianzamiento de las compras online y los grandes centros comerciales cubiertos, algunas de las franquicias han ido abandonando los centros de las ciudades.

Aquellos propietarios que hasta hace pocos años tenían un tesoro si contaban con un local y que sabían que, en calles como Columela, si se iba uno entraba otro detrás, ahora hay un escenario con una oferta mayor que la demanda. Hay grandes superficies, como la que ha dejado Zara en la esquina de Columela con José del Toro, que no se han llenado tras su marcha del centro pero los precios no bajan.

Zona para el aparcamiento de motos en el centro.
Zona para el aparcamiento de motos en el centro. / Ramón Núñez

Hay otras calles donde se está produciendo de manera paulatina una transformación de los establecimientos. Por ejemplo este es el caso de San Francisco y Nueva, sobre todo esta última, donde en las últimas décadas estaban jalonadas de bancos que dejaban por la tarde muy poco ambiente cuando quedaban cerrados. Poco a poco se están instalando locales de hostelería que le dan una continuidad a la milla de oro de la hostelería que comienza en la calle Plocia y continúa por San Juan de Dios.

También es una zona que viene marcada por el puerto, del que no llegan barcos cargados de mercancías de América pero sí de cruceristas que invaden las calles muchos días.

En lo que se refiere al caserío, las fincas del centro se han visto también afectadas por la entrada en escena de los apartamentos turísticos. Sin embargo, el fenómeno más llamativo que se da en el centro de la ciudad es que hay fincas históricas que están siendo compradas por gente de fuera que en algún momento quedaron prendados por la ciudad y que han fijado aquí su segunda residencia. Eso fue lo que ocurrió durante mucho tiempo con la famosa La Bella Escondida de la calle José del Toro.

Como ocurre en la mayoría de los cascos históricos de las ciudades, en lo que se refiere al centro la principal dificultad estriba en la falta de aparcamientos. Si en otros barrios se ha habilitado por parte del Ayuntamiento de Cádiz zonas verdes para residentes, en el centro no se puede dar ni siquiera esa posibilidad por la falta de plazas.

El centro fue el primer lugar donde se puso la zona azul para facilitar la rotación de vehículos en la zona más comercial de la ciudad, como ocurrió en los años 80 en lo que hoy es la avenida del Puerto.

Para el residente del casco histórico es muy complicado encontrar buenas plazas de aparcamiento, entre otras razones porque éste es el lugar más peatonalizado de toda la ciudad.

En las últimas décadas se ha ido abordando el cierre al tráfico en más calles y esto ha tenido el último paso adelante capital en la plaza de España. Esa peatonalización que hoy se ve tan normalizada, no lo era tanto cuando en los 80 se podía aparcar en la plaza de la Catedral, Santiago era una calle con vehículos, al igual que la plaza de San Juan de Dios y el Palillero.

El centro tiene algunas carencias importantes. Una, es que no es el sitio más adecuado para los niños ya que hay una falta de zonas de juegos infantiles importante. Pese a que hace poco que se ha puesto uno en el Paseo de Canalejas, los niños tienen pocos espacios para su esparcimiento. Las plazas de San Antonio, Mina y, en menor medida, la de San Francisco, han sido los lugares habituales para el juego de los más pequeños.

Por último, en el centro se da una situación extraña y es que no hay conciencia de barrio.

Mejor: Un buen estado de conservación

El centro de Cádiz ha conseguido salvaguardar su personalidad gracias a que se han ido eliminado a lo largo de las últimas décadas elementos que alteraban el entorno y no se ha permitido, por las normas en vigor, otras que hubieran supuesto un atentado a la vista. El centro de Cádiz consta de una personalidad enorme a lo que ha contribuido a una mejora de las fincas con las continuas rehabilitaciones que se han hecho en las últimas décadas y con las ITE que obligaban a los propietarios a mantenerlas en un buen estado de conservación. Asimismo, las mejoras en las calles y en la iluminación en las últimas décadas hacen que esta zona de la ciudad sea una de las más bonitas.

Peor: La falta de zonas para aparcar

La peatonalización de una buena parte del centro que se ha llevado de manera paulatina en los últimos tiempos tiene el reverso de la moneda en que apenas hay zonas para aparcar. Hay pocos lugares para residentes como sí ocurre en otros barrios y los que se han puesto, como en el Paseo Pascual Pery o Astilleros, cogen demasiado lejos a muchos de los vecinos del centro. Los aparcamientos privados tienen unos precios prohibitivos al ser muy escasos y los parking públicos tienen la mayoría unas listas de espera interminables. Esto hace que el que tenga un vehículo en el centro tenga auténticos problemas para poder aparcarlo si no quiere perder horas de su vida o mucho dinero.

El comercio como motor de atracción

El centro tiene a la milla de oro del comercio gaditano. Ahora mismo los emprendedores locales hacen todos los esfuerzos que sea una zona atractiva pero a la vez saben que necesitan algunas franquicias como atracción.

Una media de edad superior a la media

La población en la zona centro de la ciudad es bastante mayor. Los precios de los pisos suelen ser bastante altos y hay también cada vez más fincas compradas como segundas residencias por gente de fuera de la capital gaditana.

El cierre al tráfico de la plaza de España

La peatonalización de la plaza de España ha supuesto una de las medidas más atrevidas que se ha hecho bajo este gobierno municipal y que ha cambiado el paradigma de la movilidad en la capital gaditana.

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