Cuando Cádiz levantó su puente (I)

Historias de Cádiz

Fueron los gaditanos los que, a través de sus tributos municipales, respondieron de la financiación de las obras

El alcalde Carranza logró aunar la voluntad de todos

Pioneros de la aviación en la playa de Cádiz

Manifestación en San Juan de Dios por la concesión del puente en 1964. / Archivo

El puente sobre la bahía de Cádiz, que hoy lleva el nombre de José León de Carranza, fue levantado gracias al esfuerzo de todos los gaditanos encabezados por el que entonces era su alcalde. Conviene recordar que durante el llamado Régimen de Franco las obras públicas que no eran de interés general o formaban parte de los planes generales de ordenación señalados por el Gobierno, como era el caso del puente sobre la bahía de Cádiz, debían llevarse a cabo por la administración interesada, en este caso, el Ayuntamiento de Cádiz.

El puente de la Constitución de 1812, por ejemplo, fue realizado exclusivamente por el Gobierno, mientras que para conseguir el puente Carranza el Ayuntamiento de Cádiz tuvo que buscar la financiación oportuna, conseguir la autorización del Gobierno y superar la oposición de algunas corporaciones y organismos, misiones a cada cual más difícil.

La idea del puente había surgido en 1928 con Ramón de Carranza en la Alcaldía. Para ello el ingeniero Torroja realizó un proyecto de puente giratorio Puntales-Trocadero que fue presentado, incluso al Rey Alfonso XIII. Este proyecto contó con la fuerte oposición de San Fernando, que creía quedaría aislada de la comunicación con Sevilla y Madrid. Esta oposición isleña hizo exclamar a Carranza, “en San Fernando solo se puede comprar bocas y cangrejos moros”.

La caída del Gobierno de Primo de Rivera y la llegada de la Segunda República hizo que este proyecto quedara totalmente en el olvido.

En febrero de 1948 fue nombrado alcalde de Cádiz José León de Carranza, que un mes más tarde, retomaba el asunto dirigiendo una carta al ministro Carrero Blanco anunciando su intención de comenzar los estudios para levantar un puente que “acabe con el aislamiento de más de cien mil habitantes, acerque el puerto de Cádiz al interior de la península y facilite el tránsito de mercancías de todo tipo”.

El Ayuntamiento de Cádiz tuvo que superar infinidad de dificultades, desde la parte financiera hasta la autorización del Gobierno, pasando por la feroz oposición de algunas poblaciones de la provincia.

Con todo, el gran mérito de Carranza fue aunar la voluntad de todos los gaditanos detrás del objetivo de conseguir el puente sobre la Bahía. Los mayores de nuestra ciudad recordarán que no había reunión en Cádiz en la que no se hablara del futuro puente y que no hubo sociedad, agrupación u organismo que no apoyara decididamente esta obra. Cada visita a Cádiz de un ministro o del propio Franco estaba acompañada de numerosas pancartas en las que se pedía al Gobierno la autorización para construir el puente sobre la Bahía.

Tras años de estudios técnicos e informes de ministerios y organismos, en mayo de 1964 el Gobierno autorizó la construcción del puente. Dos días más tarde, miles de gaditanos, cincuenta mil señala la prensa local, acudieron a la plaza de San Juan de Dios para manifestar su alegría.

El gaditano Benito Cuesta hizo circular estos versos que resumían la cuestión:

“El puente es evidente

que se habrá de construir,

solo falta conseguir

el dinero conveniente.

Mas no perder la esperanza

por la cuestión financiera

que siendo alcalde Carranza

habrá Puente, Ciudad Franca

y todo lo que se quiera”.

En efecto, la financiación de la obra fue uno de los grandes problemas a resolver una vez concedida la autorización. Carranza encargó la coordinación de este asunto al profesor mercantil y técnico superior de Administración General en el Ayuntamiento de Cádiz, Fernando Guilloto González, que posteriormente publicaría un estudio sobre el asunto y del que tomamos varios datos para estas líneas.

Carranza decidió acudir al crédito oficial ya que ofrecía mejores condiciones. El Banco de Crédito Local concedió un crédito de hasta 400 millones de pesetas, cantidad enorme para la época, con un interés del 4 por ciento.

Para responder al crédito quedaron afectados, entre otros, los recursos procedentes de los Servicios Municipalizados de Agua, Electricidad y Lonja; cementerio; contribución de Usos y Consumos; Recargo de las contribuciones de la Industria y el Comercio; recargos de utilidades; arbitrios sobre la Riqueza Urbana, Rústica y Pecuaria, recursos especiales para la amortización de empréstitos, recargos sobre la Contribución Urbana e Industrial; arbitrios sobre solares edificados y sin edificar; y los futuros rendimientos de la explotación del puente.

Como señala significativamente Fernando Guilloto, fue el contribuyente gaditano el que con sus tributos municipales respondía de la financiación del puente sobre la Bahía.

Pero los préstamos concedidos por el Banco de Crédito Local pronto se quedaron muy cortos y una vez comenzadas las obras, Carranza se vio obligado a solicitar otra ampliación que también quedaría insuficiente. Los intereses irían aumentando progresivamente mientras el puente no estaba terminado y por ello sin poder cobrar los peajes que estaban previstos. Finalmente, ya con Jerónimo Almagro al frente de la Alcaldía, el Ayuntamiento se vio en la necesidad de ceder la explotación del puente a Bética de Autopistas S.A. a cambio de que esta empresa pagase el importe de las obras aún pendientes y liquidara el crédito con el Banco de Crédito Local de España.

En un próximo artículo trataremos sobre la oposición a la construcción del puente realizada por algunos ayuntamientos de la provincia y organismos particulares , y sobre los nombres barajados para denominar al puente.

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