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Cádiz

Vida y muerte de las barbacoas

  • Hoy vivirá su final una de las celebraciones más peculiares y polémicas de la historia de la ciudad. Llegó a congregar en las playas a 300.000 personas.

Mañana, cuando amanezca, morirá (¿para siempre?) una de las celebraciones más peculiares, masivas y polémicas de la historia de la ciudad. Las barbacoas del Trofeo Carranza, en los últimos años derivadas en 'bebecoas', dirán adiós después de alrededor de 30 años de existencia. Hay indicios de familias que ya celebraban el torneo a principios de los 80. En el 85 se habla por primera vez en el Diario de barbacoas y cantes carnavalescos en la arena y es el 1989 cuando aparece la primera foto con fuego. Ya en 1991, este rotativo las denomina "tradicionales barbacoas". La fiesta había arraigado y se disponía a crecer como un monstruo que, finalmente, se fue de las manos.

Ya en 19797 se contabilizaban 50.000 personas. Fue el primer año con la playa iluminada hasta cierta hora. Un año después, las cifras arrojadas por Protección Civil hablaba de récord con 140.000 personas. En 2000 suben a 150.0000. El Ayuntamiento, gobernado por el PP, animaba a registrar un récord Guiness en las playas de la ciudad. Y vaya que se animó la ciudadanía. Empezaron a ocuparse las arenas con tresillos. Eran tiempos del famoso 'Chalé Zapata', una auténtico construcción acotada para toda una familia. Ya a esta celebración no se le ve tanta gracia. La estimación municipal es de más de 210.000 personas en 2001. Los kilos de basura llegan a 120.000. Ya el Ayuntamiento lamenta la escasa colaboración ciudadana. Teófila Martínez dice que "para pasarlo bien no hay que destrozar la playa". Quedó hecha un asco y la entonces alcaldesa anunció medidas para el año siguiente. Crecía la indignación ciudadana. El Ayuntamiento encargó a los técnicos municipales una ordenanza para evitar el abandono de mobiliario.

Para 2002 se anuncian multas de 900 euros por tirar basura y participan por primera vez los grupos de voluntarios. Empieza a prohibirse encender el fuego en la arena y solo se permiten barbacoas de patas. Se avisa que la Guardia Civil vigilará la celebración y se contratan vigilantes que logran frenar en los accesos de la playa la entrada de mobiliario. Fotos del Diario muestran carritos de supermercado apilados tras ser incautados por los vigilantes. La marabunta baja a 180.000 personas.

Se van introduciendo medidas para ir aburriendo al personal, pues la prohibición absoluta hubiera resultado impopular. En 2005 se desaloja la playa a las seis y media, media hora antes que en 2004, yse deja encendida la luz hasta el amanecer para aumentar la seguridad en los asistentes. El número de personas subió a 300.000. Una de las principales preocupaciones entonces eran las parcelaciones tempranas. En mayo de 2006 saltó la polémica cuando la Demarcación de Costas hizo un intento de impedir las actividades de ocio en las playas, lo que ponía en peligro las barbacoas. El organismo, dependiente del Gobierno, entonces con Zapatero al frente, se encontró con la oposición del Ayuntamiento y del propio PSOE en la ciudad. Costas acabó permitiéndolas pero sin parcelas. En octubre, Costas hacía público un informe donde se demostraba que existía una alta concentración bacteriana en muestras tomadas siete días después en las arenas. El PSOE, ante la "gravedad" del informe, pidió un debate. Fue entonces cuando Costas pedía poner límites a la celebración. El carbón, decían, hacía mucho daño a la arena.

En el año 2007 continuaba el desencuentro entre Ayuntamiento y Costas. El edil Ignacio Romaní llamaba "alarmista" a Costas y pedía la dimisión de su director, José Fernández, que declaró que la arena quedaba tras la fiesta "peor que el estiércol". Los ciudadanos empiezan a recoger firmas en contra, llevando incluso a Fiscalía una denuncia por "maltrato" a las playas. Días antes de la barbacoa de ese año el Ayuntamiento urgía a Costas a dar el 'sí' o el 'no' a las barbacoas. El Consistorio recomendaba a los ciudadanos acudir sin carbón. El Diario hablaba de un macrobotellón juvenil, alejando la fiesta de su carácter familiar. El número de personas descendió notablemente. Mientras, el Ayuntamiento encargaba sus propios análisis, no detectando contaminación.

Es en 2008 cuando se decide acotar la playa Victoria del módulo 1 al 6, dos kilómetros de espacio. El Ayuntamiento ya no quería récords. Hasta el punto que pedía a Renfe que no reforzara el número de trenes para venir a Cádiz. Al año siguiente, un módulo menos. Ya no había corralitos, pero sí jaimas y pérgolas de jardín. La contaminación seguía coleando. En 2011 las playas Victoria y Cortadura se quedan sin la bandera azul por los análisis tomados el verano anterior en las aguas. El Consistorio decidía acotar el espacio entre los módulos 2 y 4. Seguía descendiendo el número de asistentes, siendo 30.000 las personas en 2014.

La llegada de la coalición Por Cádiz sí se Puede y Ganar Cádiz al gobierno de San Juan de Dios iba a traer más sobresaltos para la historia de las barbacoas. El Ayuntamiento anunciaba en julio de 2015 que pretendía recuperar el sentido original de la celebración y propuso extenderla a toda la playa. La sorpresa fue mayúscula en la Junta y en Costas. "Un paso atrás", decían en la administración autonómica. Tras la lluvia de críticas, el equipo de gobierno decide que la ampliación se reduzca a 200 metros, un módulo más, el 5. La decisión seguía sin convencer a Junta y Costas e incluso provocaba el tirón de orejas a Podemos de su socio de Gobierno, Ganar Cádiz. Días después, el equipo de gobierno se planteaba la posible eliminación.

La celebración estaba dando los últimos coletazos. En marzo de este año se creó una mesa de trabajo para estudiar la viabilidad de las barbacoas. En mayo, el Ayuntamiento proponía una consulta popular sobre el futuro de la fiesta. Se desechó la consulta, aunque la mesa constituida planteaba por un lado acotarlas al máximo para este año y por otro la eliminación para 2107. Finalmente el Pleno municipal de mayo decidía suprimirlas y acotarla esta noche entre los módulos 3 y 6 de la playa, alejando las barbacoas de los vecinos de Muñoz Arenillas. Treinta años de vida y una lenta muerte. La agonía llega esta noche a su final.

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