Proyecto

Valcárcel o la buena Educación para los barrios de la Viña y el Balón

María del Mar Sánchez, en la Copisteria Master, atiende en su establecimientos a muchos universitarios.

María del Mar Sánchez, en la Copisteria Master, atiende en su establecimientos a muchos universitarios. / Lourdes de Vicente

No citan a Yeats ("La educación no consiste en llenar un cántaro sino en encender un fuego"), ni a Víctor Hugo ("Abrid escuelas para cerrar prisiones), no mientan a Confucio ("Donde hay educación, no hay distinción de clases") ni tampoco a Catón ("Amargas son las raíces del estudio, pero los frutos son dulces), sin embargo con otras palabras, más directas pero igual de sinceras y celebronas, muchos de los vecinos y comerciantes que hacen su vida en los barrios de la Viña y del Balón son conscientes de las bondades que conlleva el acuerdo entre las instituciones implicadas en el traslado de la Facultad de Educación desde Puerto Real a Cádiz, donde se construirá un nuevo edificio en el antiguo colegio Valcárcel. El pacto por la buena educación.

Hay desconfianza de fondo, claro, que, contradiciendo a Gardel, veinte años sí son algo. Veinte años donde han sobrevolado por el edificio con 250 años de historia desde un hotel de cinco estrellas a este proyecto universitario que en 2019 parecía, eso mismo, historia. Desconfianza por el pasado y desconfianza por el futuro. "Que estamos ya en época de elecciones y se prometen muchas cosas que luego...", un vecino, dixit (un vecino, un sentir). Pero con la esperanza sobreponiéndose en un presente que le hace justicia tanto a los ciudadanos de Cádiz del siglo XVIII como al gran valedor de la construcción, el Marqués del Real Tesoro, que aportaron los 120.000 reales para costear la construcción de un edificio con espíritu social (entonces, un hospicio) que se mantendría en el tiempo: centro educativo donde se han formado varias generaciones de los niños del barrio; Escuela de Hostelería y hasta solidificación de una fugaz utopía (¿qué utopía perdura?) de gran centro autogestionado por los vecinos. ¡Ay, Valcárcel! Toda una vida que se paró hace 20 años.

"Ojalá sea verdad al final porque la vida que Valcárcel nos daba... Te digo Valcárcel y te digo la Escuela de Ingeniería, te digo Náuticas... Cuando yo empecé, hace cerca de 30 años, antes de abrir ya tenía una cola de profesores en la puerta para dejarme los apuntes... Ya sólo con eso... Así que imagínate. Estaríamos contentísimos de que la Facultad de Educación fuera finalmente a Valcárcel", explica María del Mar Sánchez, desde la Copistería Master, que ha capeado el temporal de los últimos años (el cierre de estos centros, la pandemia, las clases telemáticas) "como he podido" y "manteniendo los mismos precios" aunque "todo nos ha subido", dice. Por ello, en la copistería de la calle San Rafael, celebran hablar "de la universidad y no de un hotel". "Eso sí que es riqueza para todos, y en todos los sentidos, juventud, gente que entra y salga". ¡Alegría!

Alegría de trasiego de "unos 3.000 estudiantes que se esperan" y alegría en las cajas registradoras..., pues también. "Aquí por la tarde suelen venir chavales a recargar el bonobús, por tabaco, lotería... Si reabre Valcárcel pues esperamos a muchos más, claro" (Luz del estaco de la Rosa); "Nosotros notamos mucho lo de la Escuela de Hostelería así que nos vendría muy bien otra Facultad para el tema de los bocadillos y demás pues los estudiantes suelen venir aquí a la hora del descanso" (Estefanía Cano, de Fruto Secos Jesús La Caleta); "pues locos estaríamos porque aquí vienen a por bebidas, bocadillos, también sus dulces y el tema de frutería a la gente que estudia fuera y tiene casa por el entorno pues se nota, sí" (Juan José Sánchez, frutería Aquí hay Tomate)...

Hasta en la calle de la Palma, quizás más enfocada al turismo y con unos bares donde se sigue echando de menos el proyecto de un gran hotel en Valcárcel (como confiesan algunos de los gerentes y trabajadores como Isra Campos), hay lugar para negocios donde se ha celebrado la noticia como el gimnasio Atenas, donde Borja Pinelli, que cuenta "con bastantes estudiantes" por un acuerdo con la UCA, luce orgulloso en su puerta el cartel de la plataforma de Valcárcel Universitaria

De este colectivo, de hecho, ha formado parte la asociación Mujeres de Acero que "durante tres años hemos estado luchando muy fuerte sin rendirnos para que este proyecto salga adelante incluso cuando se daba por perdido", recuerda con mucha emoción y "con muchísima alegría", Conchi Domínguez, la presidenta de la entidad junto con algunas de sus socias que desde este lunes celebran la noticia "con los móviles que echan humo", ríen.

"Hoy debería ser festivo en el barrio de la Viña y en todo Cádiz porque esta noticia es una alegría muy grande porque van a entrar en el barrio 3.000 jóvenes y eso le va a dar muchísima vida a esta zona que, bueno, pues ya está más envejecida. Las Mujeres de Acero estamos locas de contentas porque han merecido la pena estos tres años de lucha", explican estas activistas que en la Facultad de Educación ven "futuro, juventud, cultura y trabajo" para su barrio de la Viña "y para Cádiz entero".

Muy cerca, Miguel, Blanca, Alexandro y Gonzalo buscan descanso entre clase y clase en el árbol del Mora, que ya no es del Mora (el hospital perdido y llorado), que es de Empresariales (la facultad ganada). Ahí justo, al centro del Campus gaditano han venido a estudiar en su primer año de universidad estos jóvenes desde Ciudad Real, Sevilla, Arcos y Córdoba. No tenían noticia de los dimes y diretes sobre la de Facultad de Educación ("uy pues allí estudia una amiga nuestra, Lucía, ¿se viene para acá?") pero estos jóvenes que viven, que comen y que hacen vida entre los barrios de la Viña y el Balón sí dan cuenta de "lo bonito que es" ir a clases frente al mar, de que les encanta la idea "ser más" y "sumar" en este cordón universitario gaditano y de que Cádiz es "una buena ciudad" para vivir y estudiar. Una ciudad para la buena educación.

 

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