Robe Iniesta, el punto y final de Música del Mar
El líder de Extremoduro y los argentinos La Beriso conectaron con el público de Cádiz con sus conciertos
Como un profeta moderno, vestido de lino ancho y la melena gris desordenada y al viento; así salió Robe Iniesta anoche al escenario del muelle Ciudad. Acompañado por cinco músicos (entre ellos un violinista y un cantaor que aportaron un añadido al concierto), Robe demostró, por un lado, que su fama de estirado es infundada; por otro, que no en vano Extremoduro, y por supuesto él mismo, son uno de los emblemas del rock español, y aquí en Andalucía tienen legiones de seguidores. Misma esencia, mismas letras que son poesía, misma alma, con otro traje diferente: el de los instrumentos de cuerda, el de voces herederas del flamenco y vientos que recuerdan a músicas orientales.
Con Robe Iniesta ha crecido una generación entera. Los que comenzaron a escucharlo, bien jóvenes, a finales de los 80, en los inicios de Extremoduro (cuando el grupo se formó al calor de influencias como Leño y el rock radical vasco, pero también mucha del rock extranjero), luego siguieron al grupo en su etapa más romántica (en sus últimos discos, La ley innata y Material defectuoso), y no se han separado de Robe en su aventura en solitario, marcada por unas canciones llenas de cuerdas, con su toque jondo en algunas de ellas, y mucho más melódicas y menos guitarreras, pero sin perder el espíritu de poesía de la calle, castiza, que tienen las letras de sus temas.
A esas generaciones que han crecido a la vez que Robe, y con él Extremoduro, se han ido sumando nuevas. Y eso se notó ayer en el concierto que dio el placentino, precedido por la banda argentina La Beriso, un grupo que fusionan pop y rock, formado a finales de los 90 en una ciudad cerca de Buenos Aires. Robe cerró así el ciclo Música del Mar, poniendo con su experiencia el broche de oro a unas semanas llenas de música.
La noche comenzó tranquila, sin la excitación nerviosa que se veía en otros de los conciertos de este verano, pero con las ganas más reposadas que obedecen a un público que disfruta de la música con más calma. Muchas camisetas de Iros a tomar por culo entre el público, mucha cerveza derramada y hasta pequeños entre el público; un público muy heterogéneo dispuesto a disfrutar por igual.
Con los primeros acordes de su concierto, La Beriso (que están ahora de gira por España), formada por siete músicos comandados por Rolando Sartorio, voz y guitarra, demostró por qué Robe trajo a la banda con él anoche. Y es que los argentinos llevan un directo muy en la tónica de los primeros Extremoduro: algunas de sus canciones tienen ese punto de rock callejero y desnudo, sin pulir, que recuerdan a los inicios del grupo, pero bajado unos cuantos decibelios y mucho más suavizado y popero. Su directo fue eléctrico y conectaron con el público, aunque desde los primeros momentos se notaba la impaciencia en el ambiente y los gritos de "¡Robe!" aumentaban.
Para cuando le llegó el turno a Robe, el público estaba impaciente. El músico, que en esta gira, Bienvenidos al temporal, presenta sus dos discos en solitario, Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares, comenzó un concierto salpicado de comentarios cómplices al público con El cielo cambió de forma, uno de los temas más complejos de su carrera en solitario, para seguir con Querré lo prohibido (de las más coreadas por el público y quizá una de las más queridas), la cual supuso un momento muy especial del concierto.
"Esta canción no habla ni de hombres ni de mujeres, habla de amor y de sexo", dijo con arrojo antes de acometer Por ser un pervertido, y en La canción más triste, de las mejores de su último disco, emocionó hasta a los que estaban alrededor del recinto.
Pocos rockeros saben envejecer con dignidad; y Robe lo ha sabido hacer. Quizá no puede seguir gritando Puta con la misma fuerza de antes, pero no lo necesita; es uno de los mejores letristas españoles y su esencia es única. Robe Iniesta no es sólo Extremoduro, pero Extremoduro sí es Robe.
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