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Cádiz

La Iglesia gaditana centra todos sus esfuerzos en mitigar la crisis

  • La Iglesia gaditana se prepara para recibir a un nuevo Papa La labor de Cáritas en las dos diócesis es fundamental en una provincia duramente castigada por la crisis

A mediados de la década de los  60 del pasado siglo el entonces obispo de la diócesis de Cádiz, Antonio Añoveros, recibió la oferta de una inversión millonaria por parte del Estado para iniciar las obras de restauración de la Catedral gaditana, cerrada desde unos años antes. Para sorpresa de los políticos, Añoveros propuso un cambio: gastar el dinero no en la Catedral sino en el arreglo de viviendas en la ciudad. Poco más tarde, la propia diócesis elaboraría un amplio informe que serviría para denunciar el estado de degradación en el que vivían cientos de gaditanos.

 

Añoveros será el primero de los obispos gaditanos que centrará su labor pastoral en un claro apoyo a los colectivos sociales más necesitados. Tras él, Antonio Dorado y Antonio Ceballos mantendrán esta línea de actuación que, en el caso de la diócesis de Jerez de la Frontera, la seguirá especialmente Rafael Bellido, su primer obispo en 1980, que conectará especialmente con el movimiento obrero. 

 

Con estos precedentes no es de extrañar que la Iglesia Católica en la provincia de Cádiz centre buena parte de sus esfuerzo en el apoyo a las familias más necesitadas de las dos diócesis. Rafael Zornoza y José Mazuelos, al frente de Cádiz-Ceuta y Jerez-Asidonia, respectivamente, mantienen por el momento esta política aún cuando sus perfiles son sustancialmente diferentes a las de sus predecesores.

 

El principal ejemplo es Cáritas Diocesana. En el último año cerrado, 2011, esta institución religiosa prestó ayuda a más de 40.000 familias de toda la provincia, lo que no es poco: ayuda para poder comer, para poder pagar la luz o el agua de sus casas, para poder vestirse, para poder llevar a los niños al colegio o para poder pagar la vivienda. 

 

De esta forma, Cáritas tiene ya un papel relevante a la hora de sostener a una sociedad en profunda crisis. Y lo hace con sus propios medios y con las ayudas que recibe de los propios feligreses de las dos diócesis y alguna aportación exterior, por cuanto en el último año han dejado de percibir subvenciones de las administraciones públicas.

 

Junto a ello, la Diócesis de Cádiz sigue adelante con sus proyectos de apoyo a los inmigrantes tanto en la capital como en el Campo de Gibraltar, aunque con proyectos que peligran ante el retraso que acumulan las administraciones a la hora de pagar el dinero comprometido.

 

Frente a esta apuesta social, en las dos diócesis están cogiendo cada vez más fuerza movimientos como los de Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación o el más clásico Opus Dei, que mantiene varios centros educativos. Frente a ellos, las tradicionales órdenes religiosas van en decadencia hasta el punto que en los últimos años han tenido que cerrar dependencias, como pasó con la Compañía de Jesús o los Mercedarios, que abandonaron Cádiz y se concentraron en El Puerto de Santa María.

 

 Como ejemplo, en la Diócesis de Jerez-Asidonia hay 23 conventos masculinos con apenas 111 religiosos y 30 conventos femeninos, con 244 religiosas. En todo caso, algunas de estas instituciones tienen a su cargo varios de los principales centros educativos que funcionan en la provincia, todos ellos concertados y ocupando una posición relevante dentro del sistema de enseñanza gaditano.

 

Este descenso en las órdenes religiosas se ha extendido también a los sacerdotes. Entre las dos diócesis se cuentan apenas 279, 120 en Jerez y 159 en Cádiz, según datos aportados por ambos Obispados. En la primera la edad media se sitúa entre los 50-55 años, mientras que en la gaditana se eleva un poco más hasta llegar a los 57 años.

 

La realidad de la Iglesia gaditana se completa con la religiosidad popular. Por una parte, está la asistencia a los templos. Curiosamente, ambas diócesis afirman que no existen porcentajes sobre la presencia de los feligreses.  En la última encuesta del CIS se  indicaba que, en el conjunto de España, apenas el 15% de los que se declaraban católicos (el 72% del total) acudía a misa los fines de semana. Esa sangría de fieles, sobre todo en Jerez, ha venido a taponarla el movimiento catecumenal, muy apoyado en esta diócesis, que cuenta con 19 parroquias y casi 1.500 miembros actualmente.

 

El envejecimiento de la feligresía es la preocupación de ambas diócesis. Así se ha entendido en Jerez, donde Mazuelos ha rejuvenecido notablemente la edad media de los párrocos. El otro vivero está en las cofradías, que mantienen su fortaleza con un elevado porcentaje de jóvenes. Cerca de 300 hermandades se reparten por toda la provincia, con especial relevancia en  Jerez de la Frontera, Cádiz  y San Fernando. Monseñor Mazuelos ha propiciado en su etapa la constitución de nuevas cofradías, algo que apenas ha ocurrido en la diócesis gaditana.

 

Esta fotografía de ambas diócesis: el componente social, la fortaleza de las nuevas comunidades más conservadoras y el envejecimiento de las órdenes tradicionales, bien se puede trasladar a la fotografía en la que están presentes  todos los cardenales de la Iglesia Católica que participan en el cónclave que ahora se inicia en Roma para sustituir al Papa Benedicto XVI. El sucesor en la cátedra de Pedro marcará en apenas unas semanas su línea de actuación que, en mayor o menor medida, se debería de reflejar en las diócesis gaditanas. 

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