'Ena': hay hacer muchas más series sobre nuestra Historia
Gaditano = C2 español
La enseñanza del español en Cádiz
Guiris de varias parte del mundo destacan la riqueza de la forma de hablar de Cádiz, la dificultad del principio y la satisfacción de llegar a entenderlo
Programación del Congreso de la Lengua
Lo que decimos, lo que sale de nuestra boca al hablar, y lo que queremos decir no coinciden en todos los casos.
¿Cómo es esto posible y cómo podemos entendernos entonces? ¿Qué quiere decir “Tengo que estudiar”? Pues, está claro, que hay que hincar los codos, que vienen exámenes, oposiciones… Pero si esta frase es la respuesta a “¿Te acostarás esta noche tarde?”, su significado es otro, es, sencillamente, “sí”.
En gaditano. ¿Qué significa “en Cádiz hay que morir”? Desde luego, nada tiene que ver con que en Cádiz exista un camposanto que invite al reposo eterno. Decimos una cosa, pero lo que queremos decir es otra. Y eso es complicado para quien no está habituado a este tipo de construcciones o a determinados contextos.
Todo esto lo estudia una relativamente reciente disciplina lingüística llamada pragmática. La pragmática toma en consideración aquellos factores extralingüísticos de la comunicación, factores que resultan esenciales para entendernos. Y Cádiz puede sentar cátedra en pragmática.
Un guiri llega a Cádiz y, o no sabe español o lo trae estudiado. Y se produce el choque con la realidad. Si a nosotros nos enseñan eso de “Good morning, how do you do?” para ser corteses en el inglés que estamos aprendiendo, a ellos, “Muy buenos días, ¿cómo se encuentra usted hoy?”. Y en Cádiz eso no es así. Y las palabras no significan lo que aprendieron: ¿Qué pasa, peaso cabrón? es un saludo, nada más lejos de ser un insulto, nada que ver con la definición de la RAE: ‘que padece la infidelidad de su mujer, y en especial si la consiente’; se trata, antes bien, de una prueba de confianza, cercanía y familiaridad.
Vale. ¿Y qué ocurre entonces con aquellos extranjeros enamorados de España, de nuestra lengua, que han trabajado en sus países el castellano, llegan a Cádiz y, oh, ¿qué he estado estudiando yo Dios mío de mi alma?
Que lo cuenten ellos.
“Muchas palabras en Cádiz significan otra cosa”, dice Susana Popovych (natural de Jersón, entonces ciudad ucraniana desconocida, hoy, desgraciadamente, en los noticieros de todo el mundo), que descubrió a los pocos días de llegar a Cádiz, hace 20 años, cómo iba a ir la cosa. Porque no se llama Susana, sino Oksana, pero, claro, es más fácil de pronunciar y recordar Susana. Y la adaptación fonética resultó inmediata. Fue, por tanto, rebautizada.
Regenta la cafetería Kambembo, en la calle Antonio López, donde, “cuando hay confianza” se atreve con un jocoso “¿Qué pasa, tío”. No llegó desde su Ucrania natal, sino tras pasar por Barcelona. “A pesar de ello, a la gente joven de aquí no la entendía, a los mayores, que hablan despacito, sí”. Hoy, dos décadas después, sí, entiende el gaditano, aunque no cree que suene bien, dicho por alguien de fuera, el “cohone” o el “pisha”.
Ruqayyah Mojadidi es afgana, ha vivido en Arabia Saudí, Canadá y ahora está en Chiclana como auxiliar de conversación en la Escuela Oficial de Idiomas. Al hablar cuatro idiomas (inglés, francés, árabe y farsi), y uno de ellos, el francés, tener cierta similitud con el español, está avanzado con rapidez, pero reconoce que entiende “aproximadamente el 25 %”. Eso sí, “pisha”, “quillo” o “cohone” ya sabe qué son, aunque no los usa. “No es igual que lo use una extranjera como yo, que lo emplee alguien de Cádiz, que sabe bien cómo hacerlo”.
Este año, oh sorpresa, comprobó que una chirigota se acordó de su país, “Frente talibán de la República irreverente de Kadikadistán”. “Por supuesto, no entendí nada”.
“El español estándar es más fácil después de haber vivido en Cádiz”, dice Cathy, inglesa, que junto a un grupo de británicos y españoles se reúnen un par de veces por semana para enriquecerse mutuamente desde un punto de vista lingüístico y cultural.
“El gaditano es muy interesante, tiene un enorme número de expresiones”, agrega, recordando que utilizó un libro de gaditanismos para acelerar su aprendizaje. Cuatro años después de su llegada, ya comprende la mayoría de nuestras expresiones.
Una nueva lengua
También es inglés Paul Murphy, licenciado en español, nueve meses en Cádiz. “Cuando llegué, el choque cultural y lingüístico fue tremendo, parecía que estaba aprendiendo otra nueva lengua”.
“Después de un año en España, mi profesor en Inglaterra me comentó que era bueno, que podía hablar con acento castellano y también con el andaluz, pero quizás fuera mejor hablar uno o la otra , una mezcla en realidad no servía”.
Como tantos otros extranjeros llegados a Cádiz, el Carnaval llamó poderosamente la atención de Paul. Se atrevió a hincarle el diente al Carnaval y realiza en su blog, en inglés, un brillante análisis que ya quisieran para sí quienes buscan calificativos e interpretaciones de la fiesta.
Mikel ensayó en el coro ‘Reina del Sur’. Hasta aquí, normal. Ya no lo es tanto que Mikel sea francés, resida en Estados Unidos. Llegó a Cádiz en septiembre. “Llevo cinco meses aquí y todavía me cuesta entender a los gaditanos”. Su relación con la forma de hablar de los gaditanos, afirma, “puede ser desmoralizadora y frustrante, pero también interesante y graciosa”. Y eso que habla con un excelente español, casi sin acento. “El carnaval es una ocasión de ser poetas y humoristas increíbles”. “Lo más difícil para mí son la rapidez y que se comen las letras. El vocabulario se puede solucionar al preguntarles el sentido”.
Y de nuevo, la relevancia del contexto y la diferencia entre lo que se dice y lo que se quiere decir: “El gaditano tiene una forma de comunicarse con fuerte uso de lo implícito”.
Estadounidense de Walla Walla (en el estado de Washington, a cuatro horas de Seattle), Jason Francis, que dirige la academia de inglés, francés, italiano y español para extranjeros Lingua Franca en la calle Benito Pérez Galdós, llegó a Cádiz en 2018. Pasó el verano y, a finales de ese mismo año, decidió mudarse desde París.
Ya hablaba español, su padre es chicano. “Pero cuando llegué aquí no entendía un carajo”, afirma, señalando su admiración por la economización del lenguaje: De “chiquillo a quillo; de quillo, a illo, y de illo a io”. O esos saludos: “illooo” “eeehh” “sus cohooone ahí” “shoshete”.
Y, como tantos otros guiris, comparte sorpresa y admiración por el Carnaval (además de cadista es juancarlista), por sus letras. “El Carnaval, como ninguna otra expresión artística, es una ocasión para disfrutar de la riqueza de la forma de hablar del gaditano”.
Jason ya venía con experiencia en lenguas y sus variantes, de las que se considera un friki (en Italia aprendió el dialecto veneciano y llegó a publicar un libro), por eso el habla de Cádiz le llamó tanto la atención. Ahora está incluso aprendiendo a diferenciar acentos dentro de la provincia. Cuando entiende algo bastante “cerrado” dice que ya tiene el C2 de español.
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