Epístola a la oposición
El alcalde de Cádiz envía una carta mesiánica a los medios para criticar a PP y PSOE y proclamar: "Escuchad la voluntad del pueblo y dejadnos hacer"
El alcalde de Cádiz, José María González, pareció ayer tomar a su manera las riendas de la tormentosa situación en la que ha desembocado la discusión política sobre los presupuestos municipales, y decidió declararse públicamente un incomprendido político, a la vez que un líder frustrado por la realidad y una especie de salvador traicionado por sus correligionarios de la izquierda. Un líder consciente de que en Cádiz "llueve mucho y sigue haciendo frío", y que no obstante, promete que "la primavera ya es imparable".
Para demostrar su contrariedad severa con la actuación de los grupos de oposición el primer edil no eligió lo que hubiera sido una reacción al uso, al buen uso democrático. Antes que comparecer en una rueda de prensa, por ejemplo, y someterse a las preguntas y petición de aclaraciones de los representantes de los medios (también de los denostados por su formación) el alcalde eligió una vieja fórmula. Una fórmula similar a la del comunicado sin preguntas y las comparecencias televisadas en plasma de su enemigo Rajoy, y a las encendidas alocuciones de 'Aló presidente' de su más admirado Hugo Chávez.
José María González prefirió un comunicado a los medios sin posibilidad de réplica, en el que en un tono poético, quiere contar a los lectores "un secreto a voces: los instigadores del invierno de la razón siguen malversando la realidad para congelar nuestras esperanzas". En su escrito, esa lluvia invernal se centra "sobre quienes son presa del desempleo, sobre los barrios sin servicios, sobre las familias desahuciadas", y proclama que ellos llegaron para "comenzar otro tiempo" que es "tan necesario como inexorable".
Toda esta introducción es para dirigir sus dardos y ruegos a los dos principales grupos de la oposición. Por una parte, el PP cuyos "20 años de cortijo" han "extenuado las arcas municipales" a base de "fanfarria, publicidad, mamotretos y despilfarro". Son ellos, los del PP, objeto de una letanía de adjetivos metafóricamente descalificativos: los "fabricantes de inviernos, rémoras del pasado, esbirros de la nada", que encima "mienten sin pudor" diciendo que el presupuesto pone en riesgo las nóminas de los empleados públicos. Los mismos a los que recuerdan, otra vez, que su gestión llevó a Cádiz a la ruina. Los mismos que se permiten, según el discurso del alcalde, alertar contra "el caos económico" y que no ven que "desde que soy alcalde (dice el primer edil) lo cierto es que se vuelve a pagar a proveedores, se ha reducido la deuda en más de 10 milones..." y, naturalmente, "se ha parado el dislate de la publicidad destinada a comprar opiniones", uno de los mantras de su partido.
Pide José María González a sus rivales políticos del PP una acción sólo reclamable por un ingenuo, cuando no por un totalitario: "Que se hagan a un lado, que nos dejen hacer". Claro que, en su idea, cree contar con buenas razones para pedir algo así: el PP representaría "la miseria, el dolor, la inhumanidad normalizada y continuada a lo largo de dos décadas", sustentado todo además en una incompetencia profesional, es decir en unos presupuestos "sin calcular, sin tener en cuenta los rudimentos más básicos de la economía".
El PSOE también es directamente señalado en este extenso escrito trufado de referencias al norte de recetas neoliberales y el sur que cree en la solidaridad. "Compañeros y compañeras del PSOE: escuchad la voluntad del pueblo de Cádiz que nos encargó un gobierno de cambio. Sumaros a ese cambio o dejadnos hacer de una vez por todas" proclama con el mismo tono apremiante. Un tono en el que sería lógico que los socialistas echaran en falta que se añadiera alguna oferta de negociación. A fin de cuentas el redactor de esta nota no reúne los votos suficientes para reclamarse depositario único de esa voluntad popular.
"No podéis seguir mostrando la virulencia de una oposición tan extrema" instruye el alcalde en el mismo tono admonitorio a los que considera compañeros. "Muchos vecinos y vecinas se preguntan por qué sois tan violentos con nosotros y fuisteis tan suaves con el PP". En esta tesitura lastimera y prepotente no comprende cómo los socialistas insisten en oponerse a unos presupuestos "solventes e impecables" en los que han incluido muchas de sus propuestas". "Dadnos la mano, caminemos juntos", es el ruego final de un alcalde trasmutado por un día, casi casi, en predicador que perdió la oportunidad de contestar preguntas similares.
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