Educación

Sembrar, recoger y dar ejemplo

  • A sus casi 69 años Carmelo Fernández colabora desinteresadamente en el mantenimiento de los huertos de seis colegios públicos de la capital

Carmelo Fernández en el huerto del CEIP Carola Ribed junto a la profesora Mari Carmen García.

Carmelo Fernández en el huerto del CEIP Carola Ribed junto a la profesora Mari Carmen García. / Jesús Marín

Hay quienes se jubilan y se anclan al sofá de su casa y quienes deciden dedicar su tiempo libre a los demás. Carmelo Fernández, a sus casi 69 años, pertenece al segundo grupo. Un buen día, de rebote y gracias a otra de sus aficiones, comenzó a colaborar en el mantenimiento de un huerto escolar y hoy día realiza esta labor en seis centros públicos de la capital. Su desinteresada entrega le llevó a recibir el año pasado una distinción por parte del Ayuntamiento de Cádiz. Ya saben, quien siembra, recoge. Y nunca mejor dicho.

La de Carmelo es una vida dedicada al deporte. “Yo hacía regatas de remo en Puntales y piragüismo. Y en el fútbol, como jugando era más bien malo, me metí a entrenador”, cuenta. Es una cara muy conocida del fútbol base gaditano. En 2012 montó su propio club, el Lagunense, del barrio de La Laguna, que actualmente cuenta con nueve equipos y una escuela. Son necesarios estos apuntes futboleros para entender cómo llegó a los huertos escolares. “Solicité para entrenar las pistas del colegio Fermín Salvochea en 2013-2014. Tenían un huerto que llevaba una abuela, que tuvo que dejarlo. La directora me lo ofreció a mí, que no tenía idea ni experiencia. Y me embarqué. Parece que se corrió la voz y como yo no sé decir que no, me fueron llamando de otros colegios”, explica. Y tanto. Carmelo colabora actualmente en el Fermín Salvochea, Adolfo de Castro, Carola Ribed, Tierno Galván, Andalucía y Reyes Católicos.

"Me ha llamado mucho la atención el respeto que los niños tienen a los huertos escolares”

Quedamos con este encofrador profesional, que sin embargo estuvo casi 30 años repartiendo bollería -dice que le conocían “más por Carmelo el de los donuts que por el entrenador”-, en el CEIP Carola Ribed. Le acompaña Mari Carmen García, profesora encargada del huerto. “Carmelo nos echa un buen cable”, señala la docente. El agricultor aficionado confiesa que esta tarea le da “la vida”. Habla con pasión de los vegetales sembrados en este colegio, similares a los que cultiva en los otros cinco centros. Y se apresura a aclarar que los protagonistas “son los niños”, los encargados de sembrar cada trimestre. Los que luego, y sus familias, disfrutan en casa de los productos. “Ellos siguen durante el curso la evolución de las plantaciones”, destaca Carmelo antes de afirmar, rotundo, que le ha sorprendido “el respeto que los niños le tienen a los huertos”.

Mientras enseña un recipiente donde se depositan restos de desayunos de los pequeños para abono orgánico y destaca que estamos ante un huerto “totalmente ecológico”, Carmelo va indicando qué tiene plantado bajo la atenta mirada de un espantapájaros confeccionado por los alumnos. Cebollas, hierbas aromáticas, margaritas, coles, un ciruelo, una higuera que da higos y brevas, coliflores, patatas, acelgas, habas, caquis, membrillos, limones, chirimoyas, tomates pera, tomates cherry, berenjenas... y habla orgulloso de las 80 tomateras del colegio Adolfo de Castro o de los melones del CEIP Andalucía. Una impresionante variedad para tratarse de unos huertos escolares en los que la Diputación interviene facilitando mediante un programa simientes, semillas, plantones, tierra y materiales.

El curso se acaba y los colegios pronto cerrarán sus puertas, pero los huertos no se abandonan. “Me quedo en verano echando un vistazo. Hay que mantenerlos para el inicio del curso”, dice Carmelo. Y por las tardes, a entrenar. Que el sofá quema mucho y la sociedad está falta de personas como él.

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