Resulta que se diluye el sacrosanto secreto profesional. Un periodista de la SER ha dicho que vio el famoso correo electrónico en la fiscalía de Madrid. También me llama la atención la seguridad con la que algunos dicen que tenían el correo antes de que lo recibiera el fiscal jefe, qué precisión. Una última opinión completamente frívola y lombrosiana: Álvaro García Ortiz tiene cara de culpable, quizás por la forma en la que mira así un poco por encima.
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