Lo público y lo privado. Por Fernando Santiago

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

Dejó escrito Ben Bradlee en su libro La Vida de un Periodista la diferencia entre público y privado: “senador borracho en su casa, asunto privado. Senador borracho en el Senado de los EEUU, asunto público”. Si a esto le añadimos aquel añejo refrán “la mujer del César no solo debe ser honrada sino parecerlo” llegamos al punto en el cual la ejemplaridad de nuestros gobernantes debe ser esencial para elegirlos. No podríamos tener un cargo público condenado por pegarle a su mujer, aunque sí tenemos a un ídolo carnavalesco. No debería ser admirado un futbolista condenado por agresión sexual. En todo caso, en la esfera de los cargos públicos el nivel de exigencia es mucho mayor , como es normal porque gestionan recursos de todos, a pesar de aquella grotesca frase de Carmen Calvo (hoy ascendida a presidenta del Consejo de Estado) de que el dinero público no es de nadie. Viene todo esto a cuento porque a los diputados, a los concejales hay que exigirles ejemplaridad, la gestión de lo público no es una comparsa ni un gol. Si Pablo Otero promueve el despido de una trabajadora del centro que dirige por el único motivo de que pretendía crear un comité de empresa, está inhabilitado para encargarse de ninguna tarea que suponga la gestión de recursos públicos. No es un asunto privado, como dijo el alcalde, afecta a la manera en la que se gestiona los medios públicos, que son de todos. Esta norma debe ser de estricto cumplimiento, para quien usó su cargo para sacarse un doctorado, quien lo usa para llevarse comisiones de la obra pública o para beneficios particulares, quienes nombran asesores para trabajar a beneficio personal o del partido, quienes quieren influir en la línea editorial de los medios con la inversión publicitaria, quienes colocan a los amigos ¡y a las amigas! En España tenemos un concepto muy laxo sobre la diferencia entre lo privado y lo público, parece no importarnos usar medios públicos para la promoción personal, para ir de fiesta, coches oficiales en reuniones de partido, da igual que sean en Cánovas del Castillo o en San Antonio, aviones con cualquier excusa para ir a un acto partidario. No me refiero solo a los casos conocidos en el PSOE, que antes se producían en el PP. Los españoles no tenemos un concepto estricto del uso de los medios públicos, nos da igual si quienes comenten la tropelía son de los nuestros, nos parece bien si alguien espía el whatsapp de un compañero siempre que nos beneficie aunque luego nos pongamos estupendos, o alguna entre poesía y poesía quiera restringir la libertad de crítica.

Fernando Santiago

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