Bruno, suelta los perros de la guerra
Lo mejor que podría hacer el alcalde es desprenderse de todos los maledicentes que le rodean, que le están agriando el carácter. Cuando llegó era un tipo simpático y cariñoso, atento, educado, buena persona. Ahora se ha vuelto irascible porque se deja influir por cuatro asesores, con nombres y apellidos, que el susurran al oído maledicencias. La cita es de Shakespeare, por cierto.
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