La esquina

José / Aguilar

El ocaso de la clase media

15 de mayo 2016 - 01:00

QUIZÁS constituya el legado más funesto de la crisis, aunque otros sean más llamativos: en los nueve años de ciclo negativo de la economía nacional ha aumentado la desigualdad social y casi tres millones de españoles han dejado de pertenecer a la clase media. La caída de la renta familiar disponible a causa, sobre todo, del desempleo, el trabajo a tiempo parcial, el trabajo precario y los recortes ha hecho que el porcentaje de familias de clase media haya pasado en ese tiempo de representar el 60% al 52% de la sociedad y el de clase baja del 26,6% al 38%. Depauperación se llama eso.

Nos fijamos preferentemente en el auge de los populismos como epifenómenos negativos de la crisis y del hartazgo desorientado de los ciudadanos ante la corrupción y la incompetencia de las instituciones de la vieja política (y aun así, tenemos suerte de que el populismo español no tenga componentes xenófobos o ultras), pero el empobrecimiento desigual me parece un hecho más relevante y más profundo desde el punto de vista social y político.

Unas clases medias numerosas, sólidas y asentadas en el tejido social constituyen la mejor garantía de estabilidad del sistema democrático. Lo fueron históricamente en España. Las clases medias urbanas y los sectores profesionales crecidos bajo el franquismo fueron -y esa es la paradoja- punta de lanza para acabar con él. La reforma pactada en que consistió la Transición no fue sino una cuasimilagrosa fórmula ideada por la clase media para desarmar a los extremos de la ruptura y el continuismo del régimen. Clase media es sinónimo de moderación, miedo a la aventura y cambio progresivo. Yendo más atrás, la Segunda República fracasó y llevó a la guerra incivil por una conjunción de graves conflictos irresueltos, pero el caldo de cultivo de este desastre estaba en una España de miseria y alpargatas que se odiaba con una España rica e insolidaria. Sin clase media.

Se equivocan quienes creen que el aumento de la desigualdad social es un problema menor que se resuelve solo, en cuanto el crecimiento económico despliegue todo su vuelo. Aunque fuera parcialmente así, hay que preguntarse lo que han supuesto estos nueve años en términos de división, crispación, deslegitimación del sistema y confusión política para esos tres millones de españoles, y hay que preguntarse también si el ocaso de las clases medias no tendrá algo de irreversible.

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