Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
QUÉ poco nos queda para que la ciudad se llene de carteles con idílicos retratos retocados hasta el extremo por el bendito Photoshop. Qué poco nos queda para comenzar a oír promesas huecas y anuncios de un tiempo mejor. Qué poco nos queda para que nos repitan hasta la saciedad lemas cocinados a 600 kilómetros de El Puerto.
Qué poco nos queda para ver abrazos entre enemigos íntimos, saludos impersonales al tendido y efusivos saludos al 'populacho'. Qué poco nos queda para que se publiquen encuestas donde el perdedor diga que la "verdadera encuesta es la del día de las elecciones".
Qué poco nos queda para que asociaciones de toda índole se presten a fotografiarse con los candidatos esperando una pronta contraprestación. Qué poco nos queda para que el político se pare hasta con el vendedor de cupones ofreciéndole sus mejores palabras y sonrisas.
Qué poco nos queda para ver cómo se llenan los actos de los partidos favoritos con oportunistas y deseosos de aprovecharse de un futuro reparto de prebendas. Qué poco nos queda para que la familia, y algún que otro amigo, vaya a oír a aquel que sepa de antemano que su de su cuello no colgará la medalla de concejal.
Qué poco nos queda para que el día de reflexión se vea al candidato junto a su familia en una modélica estampa comprando en el mercado o paseando por La Puntilla. Qué poco nos queda para que, tras votar, todos los candidatos digan que es "el día de la fiesta de la democracia".
Qué poco nos queda para ver a esos subordinados simpatizantes pegados a una televisión o un ordenador bramando o llorando en el cuartel de campaña según digan los resultados. Qué poco nos queda para esa noche donde todos dicen que ganan y nadie reconoce que pierde.
Qué poco nos queda para que los ganadores se citen en hoteles para repartirse el pastel entre su séquito. Qué poco nos queda para que todos ellos acaben encerrándose en sus despachos y se olviden de hasta el vendedor de cupones.
Qué poco nos queda para que a todos nos pretendan tomar por tontos.
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