Muchas personas aparentan ser felices o que la vida le anda sobre ruedas, así sin más, sin turbulencias, conflictos, preocupaciones o problemas económicos. ¿Es realmente así?.
La mayoría aparentan algo que no son. Intentan proyectar una falsa apariencia colocándose algunas de sus mejores máscaras, generalmente aquellas que esconden con ahínco sus debilidades y carencias con el objetivo de alcanzar un propósito o meta.
El miedo juega un papel importante en la selección de las máscaras siendo el miedo a ser juzgados, el miedo a obtener la aprobación de los demás, el miedo a no pertenecer al grupo, una situación aplastante para sus vidas.
En ocasiones toda su existencia acaba siendo una farsa e incluso ni la propia persona se reconoce en el personaje que se ha convertido.
Más que el tiempo son las situaciones las que nos muestran quién es quién o quienes somos. Las máscaras tienden a romperse cuando nos enfrentamos a circunstancias impredecibles, de estrés o inesperadas; es decir circunstancias que salen de nuestro control. Es ahí cuando esa pérdida nos enseña el verdadero valor de algunas personas, su verdadero yo. La máscara no sólo nos desenmascara hacia los demás, en ocasiones nos deja ver una parte de nosotros mismos que desconocíamos.
No todas las máscaras son conscientes. Algunas las usamos de forma inconsciente, es decir, sin darnos cuenta. La usamos como un mecanismo de protección. El tiempo no cambia a las personas, la desenmascara. Nadie puede llevar una máscara perennemente. Las cosas fingidas siempre vuelven a su estado natural.
Las máscaras de la vida no sólo surgen a nivel laboral, están ahí en el día a día cada vez que nos relacionamos con personas.
A un nivel más profundo esconden una herida. Se sanan cuando reconocemos y aceptamos que esas máscaras que usamos nublan nuestro verdadero yo.
Las personas en esencia ya somos, no necesitamos máscaras que oscurezcan nuestro verdadero y maravilloso ser. Se sanan cuando nos aceptamos, decidimos ser auténticos y honestos sin tener la necesidad de demostrar nada a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios