Me pasa como a Raphael, me debo a mi público. Si el cantante de Linares lleva cantando el Tamborilero desde la llegada de los romanos, cuando el hígado que tenía todavía era suyo, yo tengo que escribir algo sobre la playa. Multitud de mensajes han llegado por correo ordinario, electrónico, tuiter, facebook, messenger, guasap, y muchos otros procedimientos. La centralita del Diario lleva bloqueada un mes. Me han hecho un escrache en la puerta de mi casa para exigir que escriba ya sobre la playa. Me debo a los lectores. La vida del columnista es así de sacrificada. Por ahora puedo anunciar que este año he batido todos los registros: todavía no he puesto un pie en la playa. Así que no sé si el Ardentía sigue gastando bromas, si la niña del altavoz sigue anunciando a Torrot el ciclomotor capicúa que primero se sitúa, si los chiringuitos ponen los vasos en tecnicolor o cobran la jarra a cinco euros tirada al gusto de los madrileños, si reina la Cruzcampo o ya se ha instalado la Mahou. No sé si la municipalización de los servicios de playa ha supuesto una mejora, si el autobús del Balneario (como se decía antes) va lleno . Veo pasar a miles de personas con sillas de playa y vestidas a la caribeña por lo que supongo que son las riadas humanas que van camino de la playa. Es preciso tener en cuenta que ya no se cobra por bañarse , como ocurría antes en los Baños del Carmen y en el Balneario de la Palma y del Real (esto último por el precio). Quizás esta sea la causa de la ingente afluencia de personal a las playas dado el gusto del vecindario por las actividades de gañote. No sé si en La Caleta hay bingueras ahora que se está bien aquí, no sé si en las dunas de Cortadura hay un antiguo autor de carnaval, no sé cuántos morsegones van por el Paseo Marítimo atisbando a las muchachas en flor. Creo que ya no está ni el Bar Jerónimo, ni el Bar Ramón (siempre en su sitio) ni el Mediabarba. Creo que el Catalán Chico dejó de poner chiringuitos hace tiempo. Si hay zona azul o no es algo que desconozco. La playa es un mundo ignoto para mí, como si estuviese en Singapur o en Groenlandia, por decir dos sitios. Admiro a los esforzados padres y madres de familia que se pasan el día entero en la arena pasando calor y acarrean la impedimenta como Don Romualdo. Son los héroes del verano, los que sostienen el ocio de su familia. Sin ellos sería imposible la marabunta humana en estos momentos de calor, lo que antes se llamaba la canícula. He de confesar que el aire acondicionado de mi casa es efectivo y silencioso. Igual me asomo al balcón para ver si es verdad eso de la ola de calor.

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