La postura de Rajoy (de perfil) en el tema catalán la he criticado mucho. Como a Felipe González, sigue sin parecerme ni gallarda ni equitativa en la aplicación de la ley y la Constitución. Pero está resultando eficaz. Mas quedó neutralizado. Puigdemont está al borde del desahucio político. Homs, harto de ellos mismos. Han tenido que cesar al conseller Jordi Baiget por falta de fe. No encuentran urnas. El bochorno de la sociedad civil catalana empieza a resultar evidente. El ridículo internacional, indiscutible. Los problemas de ordinaria administración, diarios. Las finanzas de la autonomía, un caos. Pilar Cernuda, en su artículo de ayer, describía muy bien la situación.

La postura de Rajoy tampoco gusta a Pedro Sánchez, aunque, en su caso, no terminamos de saber por qué. Quizá porque considera el "no es no" un deber profesional todoterreno. Pero debería reconocer que el manejo (mediante el no manejo) de la situación por Rajoy está llevando a los anticonstitucionalistas a un callejón de difícil salida. En contra, se pone muy envarado a exigirle que busque una salida política. Pero ¿no ve, alma de cántaro, que lo que no hay que darle al nacionalismo es una salida ahora que se han metido solos en su culo de saco?

Rajoy no ha hecho nada: dejarles cuerda. No pueden ni victimizarse por la acción del Estado. "Acción" y "Rajoy" en una misma frase no se lo creen ni los de la CUP. Las intervenciones del TC han tenido un cariz asépticamente burocrático. ¿Por qué le cuesta a Pedro Sánchez reconocer que Rajoy ha descompuesto al nacionalismo sin descomponer el gesto? Yo también vengo de la crítica al presidente (desde otros presupuestos, naturalmente), y lo reconozco.

Lo grave es que Pedro Sánchez tendría que quedarse quieto-parao. No hace falta ni que admita el acierto de Rajoy. Basta con que no estropicie el estropicio al nacionalismo con su hiperactividad. Venir a estas alturas con la plurinacionalidad y las reformas constitucionales es echarles una mano a la que agarrarse.

Si Sánchez lo piensa, lo tendría muy fácil. Como Rajoy no quiere aparecer, el líder socialista no tiene que hacer un incómodo frente común con el PP. Basta con que no se menee demasiado. Las entrevistas con Iceta y el PSC y las grandes declaraciones huecas son sólo aire, pero en estos momentos de desinfle acelerado del procés les hinchan un globito a los nacionalistas que ya tenían pinchado y sobado.

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