Le tengo tanto respeto a los muchos o pocos lectores que tenga, que sería incapaz de enarbolarme como profeta ni como charlatán de feria. La profesión nos adiestra tanto para contar y cantar las verdades de barquero como para venderle un peine a un calvo. El confinamiento ha sacado a las redes a mucho orador de pacotilla y está convirtiendo en becerros de oro a personas, como ese Spiriman, que lo mismo te llama gilipollas por salir dos veces al día al supermercado que te grita dos días después eso de ¡todos a la calle y a las barricadas! al más puro estilo Trump. Pero se atreve a decir que su discurso no es político, a la vez que te dice que "el coleta" y compañía quieren a una población con un sueldo mínimo vital para que los españoles se "apesebren" y se lo agradezcan de por vida. Esto es hacer política y sabe que pronto podrá dejar la sanidad que tanto defiende para hacerse unos Sálvames o para ejercer ya de político con carnet y todo.

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