Puente de Ureña

Rafael / Duarte

Memoria de Berenguer

17 de junio 2015 - 01:00

La memoria es el ardor de un momento, de una impresión, de una seña imborrable, que se recuerda hasta el final, o se disipa y se esfuma al cabo del tiempo. Por ello, muchas veces, cuando vas a la playa, te llega el fragor crepitado de la mar, el olor de las algas, que es el eco verdadero del oleaje, y te acuerdas de Luis.

En La Isla, Luis es y era uno. Berenguer. Con el mismo apellido que Blanquet, aquel banderillero gafe de la cuadrilla de Joselito y Sánchez Mejías. Historia que hubiera llenado una de sus novelas, seguro, como lo hizo parte de El Lagarto en la memoria de la "Zarza".

Pero lo que me duele es que en el panorama literario español, e isleño, la obra de Luis ha desaparecido, a pesar de la edición de Algaida. Luis había ganado los premios literarios más importantes de su época. El Alfaguara, el de la Crítica, etc... Y bebió de las mismas fuentes, admiraba a esos autores, que Cela, Cunqueiro, Faulkner, Benet, aunque también de Conrad o Melville.

¿Entonces, cómo desaparecen esas obras de la memoria literaria? Creo, que perjudicadas por el título genérico que se dio a esos autores, la narraluza, la narrativa andaluza, marca comercial del momento, que había bebido del realismo mágico, y ha sido enterrada como una rama colateral de éste.

Esto te descoloca. Habla de la justicia injusta de la literatura. En la posguerra el realismo había derivado hacia lo que alguien llamaría novela existencial, novela social, y novela estructural, separadas casi por décadas, y que devinieron en el héroe épico de Juan Lobón con su unidad estructural, en el ensayo de unificación de lenguaje poético y narrativo de Marea Escorada y en el collage de Leña Verde, una estudiada superposición de planos narrativos, para colectivizar una diversidad de conciencias de personajes, muy faulknerianos, al estilo de lo que Vargas Llosa u Onetti, habían modernizado.

¿Dónde están Alfonso Grosso, -me refiero a la obra-, Manuel Barrios, isleño también, Caballero Bonald, quien bordara la faulknerización del momento en Ágata ojo de Gato o Fernando Quiñones, -quién gracias a una iniciativa de la poeta Blanca Flores- mantiene cierto vivo entre los nuevos autores,además de su Fundación chiclanera?

Me parece que la Real Academia de San Romualdo, estudia debatir sobre el escritor, sobre la literatura isleña, sobre su posible pervivencia entre nosotros. Yo, oyendo ayer el rotido de la mar en la roqueda, viendo la vela acuchillando el horizonte, y el aullido negro al istrán por la amura, hace que vea la mar con esos ecos, y que matice que Paco Ramos Torrejón los homenajeó en el Viaje del Héroe, y que su premio aquí en La Isla está abolido, igual que el premio de poesía, y tanta penuria cultural.

Luis, el dolor es la memoria que se mete en la herida. El tiempo quiebra su rejón de tiempo. Y el olvido tiene cuerpo de calamar durmiente.

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