Hay quien ama sus errores, yo reverencio mis erratas: se producen en gran cantidad y no siempre aparecen en los papeles -mi subconsciente me las regala a medida-. La última fue literaruta. Entre sus muchas posibles acepciones, me quedo con la que definiría a los libros que constituyen una ruta vital propia. Siempre pienso que en los primeros libros que leí, no todos ellos apropiados para mi edad, estaba ya todo lo que sería luego. La Jo de Mujercitas es la más evidente. Pero también estaba la Circe de La Odisea: que nadie pensaría un libro propio para los nueve años, y del que no entendí absolutamente nada. Bueno, entendí una cosa: "Circe es maravillosa. Piensa que Ulises es tonto, se lo está diciendo y no se entera". Y Jane Eyre: historia que, leída con gafas violetas, da para un cuento de terror que el Ancho mar de los Sargazos sólo empieza a abarcar. Somos todas nuestras historias, las de dentro y las de fuera de la sangre.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios