Leo que las grandes confesiones han emitido un comunicado pidiendo respeto. No voy a entrar en lo que ha motivado el manifiesto (las chanzas oídas en Carnaval), ni en si está o no justificado. El debate sobre los límites del humor ya ha llenado muchas páginas. Me quedo solo con el espíritu del texto, el respeto, un concepto que, al menos en términos absolutos, no discuto. Yo no soy creyente, y me considero respetuosa con todas las religiones y quienes las profesan.

Pero ya que estamos, voy a pedir respeto también para mis creencias. Porque ya sea por tradición o por ignorancia, los ateos también soportamos comportamientos y comentarios irrespetuosos. No me respetó mi vecina cuando me dijo, con seis años, que no podría ser una niña buena si no creía en Dios. Ni el sistema educativo cuando me dejó todo un curso haciendo dibujos a mi aire mientras mis compañeros recitaban en voz alta el Padre Nuestro, que aprendí de memoria. Pese al tiempo transcurrido, el sistema sigue sin respetar a los niños que no cursan Religión, presionados a veces por los propios docentes de la materia que menosprecian la decisión de sus padres (¿qué mal le va a hacer la clase?), como si ser creyente fuera algo muy serio y no creer, un signo de pasotismo en lugar de una opción consciente. No me respeta quien suelta el chascarrillo sobre las vacaciones de Navidad o Semana Santa, que se ve que no nos corresponden a los que no tenemos fe (quitémosle el día de feria a los rancios, el 1º de mayo a los liberales, el verano a los que prefieren el frío). No me respetas si preguntas si no me da pena que mi hijo no vaya a tener fiesta de comunión, como si estuviera robándole la infancia. No me respetas si me preguntas por qué me puse vestido de novia si no me casé por la iglesia. No me respetan los poderes públicos que siguen presidiendo actos y tomas de posesión con crucifijos y biblias, mezclando credo con política. Y desde luego no lo hace quien pretende incluir sus creencias en códigos legales que luego yo tendré que cumplir, confundiendo pecado con delito.

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