chirigota

La aguja de oro

El tipo. Trabajadoras explotadas en un taller de costura en la India. las coplas. Dan demasiadas puntadas sin hilo. Una apuesta demasiado arriesgada al elegir un tipo, el de mujeres indias explotadas para fabricar ropa para las grandes marcas de moda, con la que es imposible hacer humor. Y por supuesto que no lo consiguen con un repertorio olvidable de principio a fin. Un problema que se divisa desde la presentación, con pocos intentos de hacer reír, además de repetir el manido chiste de que pueden coser -cocer- las gambas. Al final, intentan darle la vuelta a la idea con la denuncia contra la esclavización del obrero y los empresarios que hacen negocio con los humanos, por lo que van a explotar. Una justificación que se cae al intentar montar un repertorio con un tema tan delicado. En el primer pasodoble, con una música que tiene algún recorte conocido, son capaces de hilar una letra de piropo a Cádiz con multitud de términos relacionados con la costura. Caen en la tragedia en la segunda pieza, en la que critican la venta de niños en la India. En lo importante, en los cuplés, no remontan con una mala tanda a unas gafas de realidad virtual que se quitan en San Juan de Dios por si sale Teófila y a una inspección de trabajo en el taller, en el que debajo de las telas tienen un paquete para el inspector -el típico recurso metacarnavalero-. Acaban deshilachados.

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Puntuaciónes COAC 5 / Miguel Guillén

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