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Provincia de Cádiz

Un investigador isleño en 'Nature'

  • Una de las revistas científicas más importantes publica un trabajo del biólogo Francisco M. Cornejo, que trabaja en el CSIC en Barcelona y aspira a ser becario en Estados Unidos

Si a Francisco M. Cornejo le hubiese dado por practicar con el balón y ya hubiese llegado a formar parte de la plantilla del Osasuna, por ejemplo, en su pueblo natal sonaría su nombre, valorarían su esfuerzo y su trabajo. Pero Francisco estudió Biología, trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, en Barcelona, y acaba de dar un paso memorable en el mundo de los investigadores: ha publicado un artículo en una de las revistas científicas más importantes, Nature Communications, del grupo editorial de Nature. No hay color.

El artículo de Francisco, que tiene 32 años de edad y estudió la carrera en Sevilla y en Santiago de Compostela, expone el resultado de una investigación en la que han colaborado muchos laboratorios, europeos y americanos y que parte de una idea original suya. El trabajo concluye que bacterias fijadoras de nitrógeno se aliaron con algas unicelulares y originaron nuevas especies hace 90 millones de años, en el Cretáceo Tardío.

"Estamos viendo cómo un organismo está dejando de ser una especie para convertirse en parte de otra especie. Es como si nosotros de pronto pasáramos a formar parte de un organismo superior a nosotros y dejásemos de existir como humanos", explica desde Barcelona, por teléfono, el biólogo isleño.

A Francisco se le ha terminado hace poco una beca doctoral que ha tenido durante cuatro años. Sigue en el departamento de Biología Marina y Oceanografía del Instituto de Ciencias del Mar y está finalizando su tesis doctoral, que trata sobre simbiosis: sobre la evolución de organismos simbiontes en el océano. "Utilizando datos a gran escala, trata de describir las interacciones simbióticas que hay entre bacterias y eucariotas", comenta.

Cuando termine la tesis, Francisco entrará en una nueva etapa profesional que, como a muchos investigadores españoles, lo llevará lejos de su tierra. "El paso natural es irse fuera siempre", dice al explicar cuál es su sueño o su objetivo: "He pasado de Cádiz a Sevilla, después a Santiago y a continuación a Barcelona. El siguiente paso es conseguir una beca posdoctoral para ir al extranjero. Hay un grupo que me gusta bastante en Estados Unidos (en Santa Cruz, en California) y mi objetivo es lograr una beca con ellos para hacer al menos la primera fase de doctor allí. Luego intentaré volver. Pero cuando uno habla con compañeros, llega a la conclusión de que parece que eso es complicado. Una vez que te vas fuera, el panorama para regresar se pone bastante difícil".

A conseguir la beca que lo lleve a Estados Unidos contribuirá de manera importante el trabajo que ha publicado en Nature Communications. Francisco trabaja bajo la dirección de la investigadora Silvia González. "Es la coordinadora de una campaña oceanográfica que empezó en 2009 y que dio la vuelta al mundo. A raíz del trabajo con ella, nos aventuramos en esta historia de los simbiontes. Hay mucha gente involucrada, es el fruto de un trabajo de cuatro años. La campaña oceanográfica llevó dos años y medio y yo participé en algunos tramos", señala Francisco.

La prensa nacional y la internacional se hizo eco el pasado mes de marzo de la publicación del artículo de Francisco. No es que no obtenga ningún reconocimiento el trabajo científico realizado por este biólogo isleño y por tantos otros investigadores. Los medios de comunicación suelen dar noticia de sus logros, de sus avances y de sus investigaciones, especialmente cuando aparecen reflejados en una revista científica de prestigio. Pero la diferencia de valoración social con otras actividades profesionales es abismal. Y se suma a ello, o es por ello, que los investigadores no hallan futuro en este país: no les ofrecen medios competitivos ni condiciones decentes, como explicaba hace dos años otro biólogo, también gaditano, que trabaja en Estados Unidos.

La desconexión entre la ciencia y la sociedad es, pues, patente y lo comprueban cada día los jóvenes investigadores que ven su futuro profesional en otros países. "A veces, incluso los amigos y la propia familia no tienen muy claro a qué nos dedicamos los científicos", se lamenta Francisco.

He ahí un asunto para ser investigado.

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