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La firma invitada

Beatriz Pérez González

Psicoanalizar la Iglesia

UNO de los mayores intelectuales de hoy día, por su preparación y por su capacidad, es Benedicto XVI. Aunque tuviera más bien cara de lo contrario, en los últimos tiempos ha iniciado una campaña de sacralización de la familia. La campaña está llegando a su máximo apogeo en la Navidad actual. ¿Qué mejor tiempo para definir lo que es la familia, y la familia cristiana, que el tiempo del nacimiento de Cristo?

Esta campaña se inició con el reconocimiento de los casos de pederastia en Austria (la Iglesia católica había recibido en el año en que explotó la bomba más de 300 denuncias de pederastia). Poco después se produce la primera visita a Inglaterra (un acercarse para luego apartarse de otra Iglesia), donde expuso que no sabía cómo en la Iglesia se habían dado casos de abusos sexuales. Lo ajeno sirve para definir lo propio.

El viaje a Barcelona fue el momento culmen con la visita a la Sagrada Familia: primero porque para Italia, España siempre fue "la católica España" y segundo por las imágenes que un templo como ese podría proporcionar a un discurso reparador, un templo con un nombre como ese que se rehace, que después de años de inmovilidad, como ave fénix renace y se ofrece como modelo de la nueva cristiandad. Las metáforas y el doble sentido de derrumbe de la familia y reconstrucción moderna, son eficaces y evidentes para asociar ideas positivas.

Por otro lado, la celebración de la familia católica y la familia numerosa también contribuyen a reforzar esta imagen.

Kiko Argüello (el precursor de neocatecumenados, que se mantiene desde su salida en escena hace 30 años), ha sabido ofrecer la idea al Papa en su oportuno momento. Es reconocida ya su radicalización entre las mentes pensantes de la Iglesia, pero eso que dijo de que el mayor reto del tercer milenio es "combatir la secularización mediante la familia", es un acierto ya emulado por políticas y movimientos políticos de distintos signo.

La familia, por ejemplo, con su declarado fin socializador, ha sido siempre presa fácil a lo largo de la Historia. Pero hoy la familia se resiste.

El escenario español fue calificado por el Papa como contradictorio porque ya no es "tan así" como se pensó desde la bella Italia.

La familia media española es de uno o dos miembros más la prole y la prole es uno solo. España es el país católico con menor índice de natalidad entre los católicos (y no católicos). La familia de hoy es europea en todas sus consecuencias y no por este motivo, sino por el efecto del tiempo. Es la institución que mejor se adapta y ese es el motivo por el que no ha desaparecido.

La familia, como toda institución social, está en cambio, no es estática y eso lo reconoce ya el Papa, con estas nuevas imágenes que le proporciona.

Reconocer que la familia de hoy no es una familia numerosa, será el siguiente paso de la Iglesia; pero la batalla se gana mejor con muchos fieles que tengan un liderazgo.

Otra cosa es el hecho de que la relajación de los principios sea una mala política para las instituciones, pues sólo hay cultura, en su sentido antropológico, cuando hay principios y tradiciones que se transmiten de los mayores a los nuevos miembros. Sociedades con principios más definidos, más líderes, podrían desplazarnos incluso barrer conquistas como la democracia.

Volviendo a lo que nos interesa, se redefine el cristianismo como se redefinen otros sistemas, pero las nuevas formas de convivencialidad resultan indeseables a vista de los más radicales.

No hay mejor cosa para la redefinición, que dos o tres radicales con maracas. De esta forma uno se puede apartar y presentar como el equilibrado y virtuoso. Lo mismo y no otra cosa hicieron muchos políticos en el pasado y es que esto es una medida políticamente estudiada.

Si la familia se está apartando de los cauces "normalizados" por la Iglesia, lo más oportuno es encauzarla. Pero para encauzarla, antes habrá que definirla. Ninguna Iglesia que antes no se haya retractado de abusos y de pederastias ovunque, puede definir cortésmente qué es lo que entra o no en la familia.

Esta campaña sistemática de limpieza eclesial, evidentemente reforzará el papel de la familia y también de los principios cristianos. Lo difícil por hacer es que lo mostrado socialmente como el paradigma social se siga transmitiendo. Siempre cada generación tiene cosas que descarta de la anterior. En ese ir y venir, habrá que renunciar a algo (por poner un ejemplo, a lo de los profilácticos). La sexualidad existe, no se puede negar ni demonizar entre los humanos.

El Papa, no obstante, lo que está haciendo no es sacralizar o demonizar la comunidad cristiana, sino psicoanalizarla.

En vez de un Papa diplomático, éste emprende una campaña muy pendiente hasta la fecha: la del psicoanálisis de la iglesia. Es mi impresión sociológica.

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