La esquina

José Aguilar

Butifarra por decreto

SE van a despedir con estrépito. Tal como llegaron y tal como han vivido. Al gobierno tripartito de Cataluña me refiero. Ahora que acaban mandato ninguno de sus tres integrantes reivindica la gestión conjunta que han hecho. Cómo podrían hacerlo, si dejan una Cataluña más pobre, más ensimismada, menos pujante y menos influyente que la que encontraron.

Pero se despiden con más ruido, ya digo. El que ha formado uno de sus elementos más bulliciosos: Josep Huguet, consejero de Innovación, Universidades y Empresa de la Generalitat y dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya. Ha decretado que todo hotel que pretenda tener más de cuatro estrellas deberá incluir en su desayuno "productos de proximidad". Ya sabe el empresario hotelero a qué atenerse. Si quiere que su establecimiento sea clasificado como un cuatro estrellas superior, un cinco estrellas o un cinco estrellas gran lujo, tendrá que ofrecer butifarra, pà amb tomaca y otros productos alimenticios típicos de la realidad nacional catalana.

No creo que los hoteleros catalanes vayan a poner pegas a esta nueva regulación de la calidad de sus empresas, que tiene la lógica de primar más la calidad de sus servicios que la cantidad de metros cuadrados de las habitaciones. Entre otras cosas, porque el género que se exige para clasificar mejor los hoteles es delicioso y nutritivo, sin comparación posible con los incomestibles bufés de importación con que muchos hoteles agreden a sus clientes a la hora de desayunar. Si es por calidad, no hay color. Mejor catalán que americano.

El problema es otro. El problema es que esto se imponga por decreto. El problema es el intervencionismo desaforado de un gobierno agonizante que va a estar hasta el último día queriendo regularlo todo, dictando las costumbres de los ciudadanos, convirtiendo su ideologías en norma de conducta, entregado a operaciones constantes de ingeniería social, poniendo corsés y cortapisas a la iniciativa privada, el mercado y la autonomía de la gente. En vez de convencer y educar a la sociedad, pretenden moldearla a su gusto por la vía normativa.

Normativa y, a menudo, represiva. ¿Por qué hay que quitarle estrellas al hotel que no incluya el fuet en su menú matinal? Pues por la misma razón por la que se multa a los comerciantes que no rotulen sus escaparates en catalán y se pretende que los distribuidores de cine hagan copias en catalán de todas las películas. Por dirigismo. Lo correcto sería dejar a la libertad de los ciudadanos que elijan ir o no ir a un hotel donde haya magnífica butifarra o basura continental, ver la película preferida en catalán o castellano y comprarle al tendero que escribe en catalán o boicotearlo. Y ya se ocuparán hoteleros, distribuidores y tenderos de obrar según lo que más les interese.

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