La firma invitada

José María Esteban González

El modelo de un Cádiz sostenible

QUIEN siga el debate de los desarrollos urbanísticos de Cádiz en las últimas décadas podrá comprobar cómo en una ciudad con un término tan reducido y casi colmatado sus Planes Generales se dirigen, sean de una u otra tendencia política, hacia la colmatación de los huecos urbanos y un olvido casi enfermizo del marco de la Bahía, de la que forma parte y que le dio propia vida.

Las estrategias urbanísticas se rigen, como pasa -con perdón- en casi todos los juicios, por la búsqueda economicista para que alguien pague el producto o daño, independientemente, a veces, de la búsqueda de las verdaderas razones y soluciones. Aunque la realidad sea tan tozuda, es bueno utilizar la imaginación y la generosidad para tratar de buscar nuevos emplazamientos que generen economía urbana para Cádiz, que no sean la explotación inmediata de los recursos materiales propios, y buscar su supervivencia urbanística en otras expectativas de amplitud fuera de su límite urbano, como un área metropolitana o figura que lo consiga, que en el futuro le devuelva multiplicada su inversión.

Creo que el problema de la vivienda en Cádiz no debiera ser multiplicarlas, como se sigue haciendo, utilizando los caros terrenos vacantes. Un IBI no significa gran eficacia dineraria ni presente ni futura para un ayuntamiento, y de las privadas no se reinvierten nunca las plusvalías en mejoras de la ciudad. Su precio sería más justo y asequible si se buscara su solución en la Bahía, ya que las infraestructuras de transportes están casi terminadas. Los terrenos vacantes debieran dirigirse a mejoras de inversión en empleos y en mejora de la calidad urbana propia y de nuestros visitantes.

No se puede seguir viviendo en Cádiz como líder, no sólo en paro, sino en déficits de equipamientos urbanos, sumando la zona verde el área de la playa. Y más tal como ha quedado últimamente después de los temporales. La eficacia para encontrar una población educada, culta y feliz se consigue, además de con el empleo y la vivienda, con un fácil acceso a la cultura urbana, la alegría de compartir espacios de educación y ocio. Son detectables estos logros en ciudades que no tienen el sol que aquí tenemos, como en el Norte europeo, cuyos resultados son envidiables.

Es imposible resolver la impotencia de un bello y estrechísimo casco histórico para asumir el vehículo rodado privado externo. La solución de colocar aparcamientos concesionados en el casco harán cada año más insostenible el tráfico por el mismo, porque son contradictorios con su paso por él. Estas servidumbres de las concesiones privadas son quizás la causa de que no mejore la oferta pública de transporte actual. Hay que potenciar el vehículo público, dirigir los aparcamientos subterráneos a los ciudadanos gaditanos, ampliar a tope el carril bici, crear un buen tranvía urbano en el casco y con Puertas de Tierra, permitir zonas de estancia para el vehículo gaditano, disuadir la entrada al casco con otros de regulación cercanos, etc. etc.

No es posible seguir llenándonos la boca con nuestro patrimonio histórico, teniéndolo en las condiciones que lo tenemos. Debemos generar políticas de acrecentamiento y diálogo fructíferos entre administraciones y patronos. El mejor casco histórico neoclásico de Europa debiera consumir más cacumen para su protección física, no sólo en un sinfín de fichas del catálogo, sino con estrategias reales, no sólo políticas de mejora en la rehabilitación de sus estándares de viviendas -que lo harán vivo- y también conseguir recursos por el turismo para rehabilitar su mejores miradas y semblante monumental.

El modelo sostenible de nuestra ciudad debe ser compartido por todos en acciones reales con mirada de futuro, en decisiones valientes que nada tienen que ver con los enfrentamientos. Parece que en estos últimos tiempos, en los que el ciudadano protesta y propone sobre decisiones urbanas anacrónicas, especulativas o apenas conocidas, las propuestas se entiendan más como ataques a la soberanía que como sugerencias de mejora. ¿No será que la democracia se confunde con el mando y se utiliza en su inmediatez para sobrevivir, en vez de utilizar todas las energías para ser mejor con todos, no sólo con los que parecen que les apoyan? ¿No será que se pierde el tiempo más en prejuicios, buscando filiaciones en las propuestas que en escucharlas? ¿No será que las plataformas cívicas son una alternativa real y urgente a tantos oídos sordos?

Los cuatro temas antes enunciados: vivienda, equipamiento, transporte sostenible y patrimonio histórico, son una pequeña parte de la lista que esta ciudad puede buscar para un mejor modelo urbano de sostenibilidad. El empleo y la economía, siendo los primeros, son una antigua deuda que supera los poderes municipales y regionales, cuya herida en Cádiz, por haberle quitado su patrimonio producible: puerto, astilleros, pesca, tabaco, milicia, etc., debe hacer reflexionar a los poderes sobre lo sucedido, incluso antes de que llegara este nuevo sistema, tan de parapeto, tan incipiente y tan desprestigiado por su utilización interesada, como es nuestra joven democracia.

Se ha hecho mucho en Cádiz, pero falta tanto por hacer, y con mejor consecuencia. Salud.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios