Laurel y rosas

Juan CArlos Rodríguez

Un día con los fenicios

Ayer vivimos un espejismo: fenicios en idas y vueltas por la calle de la Rosa, por el cerro del Castillo, como si fuera "ánimas" que han revivido para montar un mercadillo y explicarnos que las esquinas de ese viejo y olvidado barrio en torno a la iglesia de San Juan Bautista son nuestro pasado, nuestro origen mismo como ciudad.

Cuánto lo necesitábamos. Paloma Bueno, la arqueóloga que dirigió las obras en el yacimiento del cerro del Castillo, y Fernando Prados, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Alicante, en la jornada de Arqueología que se celebró este viernes en el Museo de Chiclana, hablaron abiertamente de que la investigación de esos restos arqueológicos fenicios que se esconden en las entrañas de las calles de la Rosa, Ánimas, Castillo, permiten hablar de la existencia de una fortificación fenicia -un castillo, sin duda, quizás aquel castillo de Gerión- que es indudablemente el germen de esta ciudad. Y un testimonio único en España.

Ambos han estudiado con detalle las similitudes entre el yacimiento el Cabezo Pequeño del Estaño, en el término municipal de Guardamar del Segura (Alicante), y el desenterrado en el Cerro del Castillo. "Ambos ejemplos son, hasta el momento, los dos únicos conocidos en suelo español que presentan unas murallas de compartimentos, casernas y casamatas de tipología y modulación oriental -afirman-. Este tipo de fortificación se generalizó en los ambientes costeros de siriopalestina desde el Bronce Medio y fue trasladado al extremo occidente a lo largo del siglo VIII a.C., en un momento en el que la empresa comercial fenicia necesitaba de una arquitectura flexible, casi inmediata y eficaz, tanto militarmente como para el almacenaje de productos".

Más allá de la certeza de que, antes del castillo de Lirio de origen árabe y "centro neurálgico de la repoblación de la zona por parte de Alonso Pérez de Guzmán", como afirman Manolo Meléndez y Javier Yeste en su imprescindible libro "Calles y plazas de Chiclana", existió otro de traza fenicia, lo que es indudable de que en esas mismas calles -Castillo, Ánimas, Rosa- estamos pisando el mismo suelo que los fenicios: no es un decir, en el yacimiento hay rastro también de una vía paralela que cruza la actual calle Castillo, aunque buena parte se ha vuelto a tapar.

La gran afluencia de público, la expectación por este "Día de los Fenicios", convocado por el Ayuntamiento, revela que ciertamente hay un afán, un gran interés por los chiclaneros en descubrirse a sí mismo. La puesta en valor del yacimiento actualmente visible en la esquina de la Rosa y Castillo, dentro de lo que fue una de las muchas bodegas que hubo por todo eses barrio entre los siglos XVII y XIX, de todo lo tapado y aún queda por excavar en su entorno -el mismísimo colegio del Castillo, por ejemplo-, necesita de una apuesta como la que explicó también el viernes con detalle José María Gener Basallote, arqueólogo del Ayuntamiento de Cádiz: el extraordinario centro de interpretación del pasado fenicio de Cádiz en el que se ha transformado el yacimiento Gadir en los bajos del Teatro del Títere Tía Norica.

Seguramente, como ya afirmaron Manolo Meléndez y Javier Yeste la calle Castillo sea "sin duda la más antigua de Chiclana". Aún no se había descubierto el yacimiento del cerro del Castillo cuando lo escribieron, pero tenían claro que aquel castillo de Lirio -fuera cual fuera su origen, anterior en cualquier caso al siglo XIII- era indiscutiblemente ese núcleo a partir del cual surge y crece la hoy ciudad de Chiclana.

El yacimiento, como Paloma Bueno siempre recuerda, contiene en cualquier caso una extraordinaria superposición de materiales que permite afirmar una ocupación continua -romana, árabe, bajomedieval-, no solo desde la época fenicia, en torno al siglo VIII antes de Cristo, sino aún anterior, autóctona, ibérica. El profesor Fernando Prados describió, además, con una extraordinaria clarividencia didáctica cómo y porqué han llegaron hasta aquí los fenicios, aquellos cananeos de la Biblia, pero aún describió mejor cómo y porqué el asentamiento fenicio en la actual Chiclana tenía a través del río Iro -por el que los fenicios navegaban con sus "hoppoi" de bajo calado- comunicación directa con el templo de Melqart en Sancti Petri.

Uno era sostén del otro: el espacio donde vivían sus sirvientes, toda aquella población civil que dependía, de una u otra manera, del gran templo de la antigüedad y el orgullo de la colonia de Gadir. Este yacimiento del cerro del Castillo -el actual y el que aún debe excavarse-, la necesaria apuesta por la revalorización de todo el barrio, la obligación de que parte de este yacimiento pueda visitarse y la imprescindible necesidad de narrar sobre el terrero la historia que dio origen a Chiclana y toda la Bahía van más allá de un día de los fenicios. Debe ser, ya lo escribí, "un elemento de atracción turística, cultural y simbólica que reivindique y muestre nuestro rico pasado".

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