AL CURRICÁN

José Manuel Serrano Cueto

Petufacto

 Es este mi primer artículo en Diario de Cádiz y quería impresionar con una reflexión profunda sobre la deforma laboral, el caso Urgandoasín, las opiniones del arzobispo Lluís Martínez "Sectach", la caída de Banderas por el Coronado o la mascletá policial en Valencia, pero, tras un fin de semana largo en la Viña, la Plaza y sus alrededores, metiendo barriga, moviendo el culo y jamás soltando el vaso tubo, no puedo ahora sino golpear el teclado con los nudillos a ritmo de 3x4. Mis pretensiones de columnista serio, capaz de incordiar en la llaga que más duele y provocar un tsunami de comentarios en los mentideros, se han ido al traste por mor del moscatelito, que me tiene haciendo tipo tipo con la amenaza de que me dé el tumbago. Pero es que me ha dejado muy buen sabor de boca este fin de semana carnavalero, el segundo que vivo en dos años tras ocho sin venir a la gran fiesta gaditana (resido en Madrid). En 2011 me llevé una decepción enorme el primer sábado, cuando me encontré en la plaza de San Juan de Dios con un macrobotellón seborreico. Como dice la Pepi, "petufacto" me quedé. En mis tiempos, San Juan de Dios, Canalejas, e incluso la plaza de la catedral, eran lugares de respiro para huir de la concentración de enclaves más frecuentados, caso de la plaza de Mina, pero hoy lo que entra en los pulmones, a bocanadas y en casi todos los rincones, es ácido úrico y chocolate moruno. Sin embargo, he descubierto, en mi camino hacia el puretismo (que no puritanismo) el sabor de una Viña tempranita, cuando no ha llegado la riada, aún oliendo a pescaíto frito y chicharrones especiales, y con un cachondeo sanote. Ese es el carnaval que me gusta, el del buen rollo, la risa y la complicidad, el del puntito bien llevado, con gracia y sin "malajidea", y no el de la desmesura, por mucho que Baco haya marcado el compás desde antaño a golpe de bombo y platillo. El sábado, cuando a la Viña llegaba la marabunta, el firmante cogía las de Villadiego, porque más vale una retirada a tiempo... Con la que está cayendo, de todos modos, lo que le deja a uno de verdad "petufacto" nada tiene que ver con el comportamiento hiperetílico de los juerguistas carnavaleros con disfraz de mamarracho, sino con las estrambóticas ideas anticrisis de los mamarrachos vestidos de punta en blanco. Con esos sí que me quedo yo "petufacto".

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