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Yo maté a Martínez Ares

Nuevos soldados para la guerra de siempre

  • La trinchera. Había llegado el momento de la renovación y entraron siete nuevos componentes l El tipo nos dio muchísimos quebraderos de cabeza porque por más bocetos que hacíamos no aparecía

ESTABA terminando el verano y quedamos en casa de Rafael Velázquez. Allí ya algunos no se dirigían la palabra y esperaban mi respuesta. Yo ya tenía decidido con qué parte del grupo me quedaba pero ése no era el único problema; parte de ese grupo pedía una renovación y pensaba que era el momento adecuado, así que empezó la operación Gracias por todo, hasta luego. Lo peor de todo fue que yo aprobaba esa teoría y dejé que me lavaran el cerebro. Me puse de parte de Ángel Zubiela y yo, y nadie más que yo, fue quien dijo adiós a seis componentes. Días posteriores actuábamos en el Baluarte de la Candelaria y ya entonces teníamos dos nuevos guitarras, Miguel Ángel García Cossío, que se ofreció a salir en la comparsa una tarde que me lo encontré en una de aquellas ¿hermosas? Veladas de los Ángeles; y Moisés. El resto del grupo que nos quedaba para completar la formación, a excepción de Miguel El manta, llegó del mundo de los coros, Pepe Chulián, Pedro Espinosa y Augusto. Se me olvidaba, antes de que llegara Augusto estuvo con nosotros José Ramón, que tuvo que abandonar la comparsa por problemas familiares. Pero hubo otro cambio con el que no contaba, El chupa, que había traído a la comparsa a Paco Catalán decidió justo cuando empezábamos a ensayar no salir con nosotros, con lo que al final fueron siete las bajas del grupo.

Y nos pusimos a trabajar. Quién sabe, lo mismo mi subconsciente me jugó una buena pasada y me recordó que aunque con 'Sonri-sillas' me había adelantado a mi tiempo seguía teniendo siempre ahí como referencia a 'Los soldaditos' y ya era momento de pasar página, así que le dije a Ángel y a José Luis que quería representar a unos soldados de Cádiz en su trinchera. El tipo nos dio muchísimos problemas porque por más bocetos que hacíamos y más libros que leía no aparecía. La primera idea, para mi gusto la mejor, era adoptar el disfraz de soldado con la cara pintada de payaso y una flor en la punta de la escopeta, al estilo Charles Chaplin, o como algunos actores polacos que durante la Segunda Guerra Mundial actuaban para salvar sus vidas en esa maravillosa película titulada 'Ser o no ser', me refiero al remake que hizo Mel Brooks, obviamente. Pero no, no nos poníamos de acuerdo. También barajamos la posibilidad de representar un soldado de arena, pero tampoco. Al final planteé otra posibilidad: soldados de piedra, de piedra ostionera, escollera viva, con motivos marineros por toda su ropa. Otra vez un disfraz rígido y duro.

Los encargados de hacer el tipo fueron Jesús Pino, Augusto y la que por entonces era mi mujer. Lo cierto es que crearon una obra de arte y ese año sí me hice el tipo. Hace poco regalé lo último que me quedaba de mis comparsas, el casco de 'La trinchera'. Después de intensos debates y horas y horas de trabajo les puedo asegurar que quedó un disfraz de lo más bello. Debo aclararles una cosa, el año de 'El brujo' hice tres pasodobles, musicalmente hablando, claro, porque nunca nos quedábamos completamente satisfechos y eso me valió para los dos años siguientes, con algunos sutiles cambios porque lo que lleva mucho tiempo cocinado evidentemente, no sabe bien.

El cambio de grupo e incluso de mentalidad provocó que compusiera un pasodoble dedicado a todos los que no estaban pero los nuevos miembros de la comparsa, con razón, preferían no cantarlo sobre todo "porque nosotros no sentimos eso, Antonio, a nosotros ni nos va ni nos viene, eso es algo muy personal", como alguien muy razonablemente me dijo una noche. Como no se cantó en su día ahí va un pequeño homenaje: "Rafael, amigo mío, te echo en falta una jartá", decía parte de la letra. Como el tipo era muy marcial necesitaba un repertorio contundente. En cuanto a la música, para meterme en la piel de ese soldado imaginario, escuché todos los trabajos discográficos del Ejército Ruso. De hecho el final del popurrí es una versión de una pieza de estos muchachos de color rosadito que nunca tienen frío. Para la presentación también llevaba una pieza de este varonil coro, pero después de montarla nos dimos cuenta que aquello impresionaría en una iglesia pero no en el Falla. Rusia y Cádiz no se hermanaron ese año. El frío sería, digo yo.

Empezó el concurso y con él el morbo. Los ex componentes de 'El brujo' estaban repartidos por otros grupos, la mayor parte de ellos cantaban en 'El viejo refranero', que consiguió el segundo premio. Un año más llegábamos a la final y el nuevo grupo se adaptó perfectamente a la presión del concurso y a un público que también tenía el corazón dividido. Como cada año por aquella época mi periódico nos condecoraba a Juanma y a mí como jefes del suplemento de Carnaval y con un grupo de compañeros cubríamos el concurso hasta el último suspiro. Dicho suplemento se nos hacía eterno, sobre todo porque yo no podía estar en dos sitios a la vez. Mi comparsa se jugaba mucho pero el trabajo era el trabajo. Buena noticia, cerrábamos la gran final. Sí, para mí era una muy buena noticia, siempre he preferido cantar y que digan los premios a continuación, a salir a escena de los primeros y esperar y esperar y esperar toda la noche hasta que llega el momento en que se hace el silencio y alguien dice: "En la ciudad de Cádizý".

La comparsa de Jerez consiguió en 1996 un cuarto premio con 'Grumetes gaditanos', Antonio Martín y sus 'Quijotes del sur', impresionante disfraz, por cierto, se conformó con el tercero y 'El viejo refranero' por muy poquito no nos amargó la final. Esa noche nos maquillamos y nos vestimos en la peña Nuestra Andalucía. Tras la actuación tuvimos el tiempo justo para correr hasta la Viña y conocer el veredicto del jurado. Cuando llegó el momento de la verdad, algunos se quedaron mirando el televisor y otros escuchando la radio; yo me fui solo a la calle. Tras minutos de silencio y de nervios los gritos traspasaban las paredes de la peña. Fue entonces cuando entré y me abracé a los de siempre y a los nuevos. Alguien dijo para que todos lo escucharan: "Me lo merezco, me lo merezco". No, no fui yo.

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