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Cádiz

Provoca un fuego en su vivienda y obliga a desalojar a 52 familias

  • Ocurrió poco antes de las cuatro de la tarde de ayer en el piso 12 de un bloque de Guillén Moreno

Al final, todo quedó en un susto comparado con lo que podría haber significado la explosión intencionada de una bombona de butano en un piso de la decimosegunda planta del 9 de Marinero en Tierra, en pleno Guillén Moreno.

Pero, por fortuna, no hubo que lamentar daños personales y muy pocos materiales. Tan sólo una ambulancia tuvo que trasladar al Puerta del Mar afectado por el humo precisamente a la persona que, según testigos presenciales, ha sido la autora del incendio: Manuel Gallardo, apodado el sombrilla.

Manolo, de 49 años de edad, vive en el 12º-D del número 9 de la calle Marinero en Tierra con un sobrino, José Pila, la pareja de éste, Vanesa Ortiz, y el pequeño Yeray, de 5 añitos recién cumplidos. Manolo avisó hace ya dos meses, según estaba en boca de todo el vecindario, que tenía seria intención de quitarse la vida.

El sombrilla eligió el día de ayer para cumplir lo prometido.

Antes de hacerlo decidió que su alcoholemia, el estado avanzado de una grave enfermedad que padece y la reciente muerte de su madre eran motivos suficientes para matarse, pero un alarde de lucidez en su estado le hizo ver con claridad que su familia no tenía la culpa de nada. Por eso, le dijo a Vanesa y a Yeray, ya que su sobrino José estaba fuera trabajando, que se fueran rápido de la casa porque había decidido que a las cuatro menos cuarto de ayer había llegado su momento.

Tras recibir el aviso de Manolo, Vanesa sólo atinó a coger a su hijo y "un par de ropillas" y, entre ruegos de "Manolo, no lo hagas por Dios", bajo veloz por la escalera. Dada la altura de esa decimosegunda planta, no le dio tiempo de llegar a la baja cuando sonó una atronadora explosión. Manolo cumplió lo prometido.

El ruido de los cristales de los ventanales despertó al barrio.

Manolo se había llevado dos bombonas hasta una de las habitaciones y, con un mechero, provocó la mortal combinación motivando así un gran incendio en el habitáculo que arrasó con todo su contenido y que afectó también seriamente al salón colindante.

Pero él no logró poner fin a su personal calvario. A la vista de lo ocurrido, se asomó, cigarro en mano, a la terraza del salón para desde allí avisar al vecindario de lo que había hecho. Manolo se acostó en la cama de otra habitación a esperar a que las llamas hicieran lo esperado. Pero no dio tiempo. La rápida intervención de los Bomberos, avisados por la Policía Local, logró evitar que Manolo cumpliera.

De hecho, según confesó uno de los nueve bomberos que intervino en las labores de extinción, se encontraron a Manolo acostado, un poco atontado ya por el humo y con pocas intenciones de colaborar en salir de la vivienda.

A las cinco y pico, las 52 familias desalojadas por el incendio pudieron volver a sus casas pero Manolo tardará en regresar. Vanesa, José y Yeray, lo harán en un par de días.

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