El pescadero José María Sánchez muestra cómo es comprar pescado fresco en una lonja: "Aquí el precio va bajando, no sube"
El especialista hace un recorrido por el interior de la lonja y muestra cómo es la puja para luego llevarlo a su mostrador
Comprar pescado fresco directamente en una lonja es un proceso que pocos conocen por dentro. El pescadero José María Sánchez, que acumula miles de seguidores en Instagram gracias a sus vídeos explicativos, ha vuelto a mostrar cómo es vivir una jornada de trabajo entre cajas, hielo y subastas donde el precio nunca sube, siempre baja. Su última publicación se ha convertido en una pequeña clase magistral sobre el funcionamiento real de este sistema, todavía desconocido para gran parte del público.
En su vídeo, Sánchez arranca la jornada haciendo algo que pasa desapercibido para quienes no han pisado nunca una lonja: devolver las cajas y palés que trajo el día anterior. Es la forma de cerrar el circuito y prepararse para recibir el nuevo género que acaba de llegar de la mar.
Contacto directo con los pescadores
Uno de los momentos que más disfruta este pescadero es cuando puede hablar con los trabajadores que vienen de faenar. José María aprovecha para averiguar cuál ha el género que han podido traer y con esa información va anotando mentalmente lo que tiene que mirar momentos más tarde. Esto le facilitará mucho la tarea para saber qué es lo que quiere comprar.
Antes de que el pescado salga a subasta, pasa por una sala intermedia donde se revisa y clasifica. Es justo ahí donde el pescadero aprovecha para mirar de cerca el género, comparando lo que ve con lo que le habían avanzado los marineros. "Ahí voy preparando la compra", explica mientras examina cajas, tamaños y frescura.
Así es la subasta del pescado fresco
Una vez terminado ese repaso minucioso, el pescado entra finalmente en la zona de subasta. Ese es el momento más llamativo para quien nunca lo ha visto: el sistema comienza con un precio que va bajando, no subiendo. En una pantalla aparece la cifra inicial y, en cuanto alguien pulsa el botón, el lote queda adjudicado. "Si quiero una caja pulso una vez; si quiero dos, dos toques, y así sucesivamente. Parece fácil, pero no lo es", explica Sánchez en su vídeo.
La tensión es evidente: si se pulsa demasiado pronto, se paga más de lo necesario; si se espera demasiado, otro comprador se adelanta. Esa dinámica hace que cada decisión requiera precisión y un conocimiento profundo del producto y del mercado.
Pescado fresco directo al mostrador
Las cajas adjudicadas pasan entonces a la última sala, donde el pescadero realiza una última comprobación antes de llevárselas. Si algo no cuadra —una textura, un tamaño, un aspecto que no convence— puede devolver ese lote, que volverá automáticamente a la subasta para que otro comprador tenga la oportunidad de adquirirlo.
Tras cerrar todas sus compras, Sánchez cubre el género con hielo para mantener la cadena de frío y lo traslada directamente al mostrador de su pescadería, donde los clientes lo encuentran apenas unas horas después de haber salido del mar.
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