Hilo dental o irrigador: en qué se diferencian y cuál conviene más para tu salud bucal
Ni el hilo ni el irrigador sustituyen al cepillo, pero cada uno aporta ventajas únicas
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El cuidado de la boca no termina con el cepillo. Aunque la mayoría de las personas lo considera suficiente, lo cierto es que los restos de comida y la placa bacteriana se acumulan entre los dientes y debajo de la línea de las encías, zonas a las que el cepillado no llega. De ahí que los dentistas insistan en la importancia de sumar otros métodos de higiene: el hilo dental y el irrigador bucal. Ambos cumplen funciones diferentes, y entenderlas ayuda a elegir el más adecuado para cada persona.
El hilo dental, el método clásico y eficaz
El hilo dental lleva décadas recomendándose por su capacidad para eliminar la placa y los restos que quedan entre los dientes. Su eficacia es alta siempre que se use de forma correcta: hay que deslizarlo suavemente por el lateral de cada pieza, llegando hasta el inicio de la encía. Esta técnica contribuye a prevenir caries interdentales y problemas de encías como la gingivitis.
Además, es un recurso económico, fácil de transportar y disponible en múltiples versiones: encerado, sin cera, esponjoso o incluso con aromas. Sin embargo, exige destreza manual y constancia. Una técnica incorrecta puede provocar irritaciones o pequeños sangrados, y en pacientes con ortodoncia, implantes o prótesis puede resultar incómodo o difícil de manejar.
Irrigador bucal: tecnología y comodidad
El irrigador dental, también conocido como irrigador de agua, funciona mediante un chorro de agua a presión que arrastra restos de comida y bacterias acumuladas en zonas de difícil acceso. Este sistema resulta especialmente útil para personas con brackets, implantes dentales o limitaciones de movilidad en las manos, ya que facilita la limpieza sin necesidad de una técnica manual precisa.
Los especialistas destacan, además, que el irrigador aporta un beneficio añadido: masajea las encías, lo que mejora la circulación y contribuye a reducir la inflamación. Muchos pacientes con encías sensibles lo perciben como una opción más cómoda y menos agresiva que el hilo. La desventaja es que no elimina con tanta precisión la placa adherida y que requiere una inversión económica mayor, además de espacio y conexión eléctrica en el baño.
¿Cuál eligen los dentistas?
Lejos de recomendar un único método, los odontólogos coinciden en que lo ideal es combinar ambos. El hilo dental es más eficaz frente a la placa resistente que se fija entre los dientes, mientras que el irrigador ofrece una limpieza complementaria y mejora el estado de las encías. En conjunto, reducen el riesgo de caries, sangrado gingival y mal aliento.
En clínicas como Quirónsalud Marbella insisten en que lo más importante no es elegir uno u otro, sino garantizar que se añade un paso más al cepillado.
Cómo elegir en función de tus necesidades
La decisión depende en buena medida del perfil de cada persona.
- Si buscas un método económico y portable, el hilo dental sigue siendo la primera opción.
- Si llevas ortodoncia, implantes o prótesis, el irrigador facilita mucho la limpieza.
- Si tienes encías sensibles, el chorro de agua suele resultar más agradable que el hilo.
- Si quieres máxima eficacia, lo mejor es combinar los dos.
Conclusión: más allá del cepillado
Cepillarse los dientes dos o tres veces al día es básico, pero no suficiente. La incorporación del hilo dental o del irrigador bucal —o de ambos— es lo que marca la diferencia en la salud de las encías y en la prevención de la caries. En palabras de los dentistas, el objetivo es sencillo: "Llegar a donde el cepillo no alcanza".
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