Las diferencias entre vinagre blanco y vinagre de limpieza y para qué se usa cada uno
No todos los vinagres sirven para lo mismo: estas son las claves para distinguirlos y usarlos correctamente en casa
Aunque a simple vista pueden parecer iguales, el vinagre blanco y el vinagre de limpieza no son lo mismo ni deben utilizarse indistintamente. Ambos comparten un aspecto similar, e incluso su nombre puede llevar a confusión, pero su composición, concentración y usos varían notablemente. Saber diferenciarlos es clave para evitar errores, especialmente si se trata de limpiar o cocinar.
El vinagre blanco de consumo es el que tradicionalmente encontramos en las cocinas. Está elaborado a partir de la fermentación del alcohol de caña de azúcar, remolacha o maíz, y tiene un porcentaje de acidez que ronda entre el 3% y el 5%. Su sabor fuerte y ácido lo convierte en un ingrediente habitual en encurtidos, aliños y salsas. También puede utilizarse para algunas tareas de limpieza ligera, pero su efectividad es menor frente a las manchas o residuos más persistentes.
Por su parte, el vinagre de limpieza —también llamado vinagre blanco de limpieza— está formulado específicamente para fines domésticos no alimentarios. Aunque también se elabora mediante un proceso de fermentación del alcohol, su grado de acidez es mucho más alto, entre el 8% y el 10%. Esto lo convierte en un potente aliado para eliminar grasa, desincrustar cal, neutralizar malos olores o desinfectar superficies. No contiene aditivos, colorantes ni fragancias, pero su elevada acidez lo hace inapropiado para el consumo humano.
El vinagre blanco de consumo no es la mejor opción para tareas exigentes de limpieza, ya que su menor concentración lo hace menos eficaz. De igual manera que está prohibido usar el vinagre de limpieza para otro uso que no sea exclusivamente el de limpiar, ya que ingerirlo puede ser tóxico.
¿En qué situaciones es más útil cada uno? El vinagre de limpieza es perfecto para desinfectar baños, eliminar restos de cal en grifos y duchas, limpiar cristales o suelos, y desodorizar cubos de basura, frigoríficos o microondas. También se usa para ablandar la ropa en la lavadora, sustituyendo suavizantes químicos. En cambio, el vinagre blanco comestible sigue siendo una opción versátil para limpiar frutas y verduras, dar brillo a utensilios de cocina, o eliminar olores suaves de superficies donde se manipulan alimentos.
Un consejo práctico: para no confundirse, conviene fijarse bien en la etiqueta. El vinagre de limpieza suele especificar claramente que no es apto para el consumo. Además, en algunos envases se indica el porcentaje de acidez, lo que ayuda a identificar su uso adecuado. También es recomendable almacenarlos por separado, evitando que estén en la misma despensa o zona de la cocina.
En definitiva, aunque ambos tipos de vinagre pueden formar parte del arsenal doméstico, es fundamental conocer sus diferencias. El vinagre blanco de consumo es seguro para la alimentación y útil para tareas de limpieza ligeras, mientras que el vinagre de limpieza, por su elevada acidez, está reservado exclusivamente para el mantenimiento del hogar. Usarlos correctamente no solo mejora los resultados, sino que también evita riesgos innecesarios.
Esta distinción, sencilla pero esencial, permite sacar el máximo provecho de ambos productos sin poner en peligro la salud ni comprometer la higiene del hogar.
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