Juan Ortega: "La rivalidad con Pablo no es de cortar más orejas sino de ver quien torea mejor"

El espada sevillano, tras dos temporadas de ausencia de la Plaza Real, vuelve al abono toreando esta tarde con Morante y Talavante y el próximo domingo en mano a mano con Aguado

Elegancia, valor y torería en El Puerto

El matador de toros Juan Ortega en el Castillo de San Marcos, de Bodegas Caballero.
El matador de toros Juan Ortega en el Castillo de San Marcos, de Bodegas Caballero. / Lourdes de Vicente
Francisco Orgambides

03 de agosto 2025 - 08:14

Juan Ortega llega a la plaza de El Puerto con dos grandes retos: hoy con Morante y Talavante angte toros de El Freixo y el próximo domingo, cerrando el abono de verano, en mano a mano con Pablo Aguado y toros de El Puerto de San Lorenzo, dos carteles de máxima expectación. El torero vino a la Plaza Real, en una visita íntima, a solas, poco después de anunciarse su compromiso y encontró una valiosa motivación añadida para torear este año en El Puerto.

Pregunta.-¿Cuál es la razón del mano a mano con Pablo Aguado?

Respuesta.-La primera vez que toreé un mano a mano con Pablo fue en Torrejón en 2023. El segundo ha sido este año que hemos toreado en Madrid. Es verdad que somos dos toreros que tenemos muchas circunstancias en común empezando por la edad, que tenemos prácticamente la misma; la ciudad y que sentimos el toreo, cada uno con sus formas, pero lo sentimos de una manera que se acerca por muchos puntos. Siento que hay una rivalidad real.

P.-La rivalidad es el núcleo de un mano a mano

R.-Hay veces que en los manos a mano -a mi me ha pasado- dices: este va por su aire y yo por el mío. Pero en el fondo no hay una rivalidad. En el caso de Pablo, son manos a mano reales. Hay una rivalidad profesional real. Me acuerdo del primero en Torrejón, estábamos los dos muy nuevos, pero estábamos en las puertas de Madrid. Aquello tuvo mucho tirón y se llenó la plaza. El de este año de Madrid nos ha pillado a los dos en unas circunstancias distintas y mejores para ambos y despertó una expectación tremenda que acabó el papel en pocos días. Tampoco se puede abusar de los mano a mano, hay que encontrar sobre todo su sitio y si hay una plaza buena para hacerlo es El Puerto de Santa María.

P.-En San Miguel también se enfrentaron en aquella mixta con Pablo Hermoso.

R.-Lo que pasa que cuando concurre la despedida del maestro, se comparte el protagonismo. Era la despedida del maestro y entonces pues todo pasa un poco a un segundo plano.

P.-¿En esa rivalidad cuál es el objeto de esa disputa?

R.Es una rivalidad de querer torear mejor. A ver quién de los dos torea mejor. No creo que sea una rivalidad ni de cortar más orejas o menos, o que uno salga a hombros. Es una rivalidad para demostrar quién torea mejor.

P.-Hay quien dice que sería como un mano a mano entre Pepe Luis Vázquez y Pépín Martín Vázquez ¿Quien es quien?

R.-Yo lo entiendo más, así lo quiero pensar yo, que es difícil que en una época del toreo se den las circunstancias que se nos han dado a Pablo y a mí, que sea una rivalidad real. De la misma ciudad, de una edad parecida… Pasó con el maestro Pepín y el maestro Pepe Luis y, fíjate, tienen que pasar 40 o 50 años para que se dé. No es fácil que puede ser que te encuentres con toreros con los que te sientes, pero no tenga nada que ver la etapa ni el momento de cada torero, entonces la rivalidad es distinta.

P.-Decía usted que El Puerto es la plaza propicia, además lleva dos años alejado de los ruedos de este rincón.

R.-El Puerto es una plaza donde he tenido grandes triunfos y que me gusta por cómo es: una joya en sí. Hay plazas que te llenan y otras que no te dicen nada y cuando piso esta plaza me dice mucho. Me pasó desde la primera vez que entré. Y además está en una tierra, en este rincón, muy sentida para todo: para el toreo, para el cante, para el vino… Cuando uno torea aquí se siente arropado, acogido, y esas sensaciones a mi me transmiten mucho, me dan mucho valor.

El matador de toros Juan Ortega en el Castillo de San Marcos, de Bodegas Caballero.
El matador de toros Juan Ortega en el Castillo de San Marcos, de Bodegas Caballero. / Lourdes de Vicente

P.-Se vio en su última actuación, cuando la Plaza Real crujió con aquella tanda

R.-Hay pocas plazas así, Eso es sensibilidad. La sensibilidad que tiene El Puerto, que tiene Sevilla, que tiene Madrid que tiene la México… Hay algunas plazas que tienen ese punto. Me acuerdo de que fue un toro de Juampedro y cinco o seis muletazos y de golpe y porrazo dio la vuelta todo en una tarde en la que no estaba pasando gran cosa. Pero eso es muy difícil. Pasa muy pocas veces.

P.-Y antes del mano a mano, la primera tarde del abono con Morante y Talavante. Llega tras un mano a mano con Morante.

R.-Si. Son dos expresiones distintas. Es verdad que son toreros que, en caso del maestro, te llenan. Toreros con los que te gusta torear y que le dan sentido a un mano a mano.

P.-En sus primeros encuentros en las plazas se decía que le pesaba torear con Morante, como que se afligía.

R.-No, lo que pasa es que, claro, en aquellos momentos, cuando te cogía un matador de toros con 20 años de alternativa, te daba para ir y para volver. Eso es ley de vida hasta que uno va creciendo. Es lógico.

P.-En esas alturas del escalafón, con esos toreros y ese público, se exige uno mismo y además se le exige.

R.-He notado que la exigencia en esta temporada es distinta a la de otros años. Y es lógico y, en el fondo, es algo que siempre esperaba: que la gente te exija, que no te tenga como el torero recién llegado que necesita abrirse camino. Esas son etapas que hay que ir cerrando y hay que empezar otras en las que la vara de medir es fuerte. Y eso es lo que pasa, que llegas a una tarde importante y si por circunstancias no le das a la gente lo que espera de ti, ya no hay condescendencia. Al cuello.

P.-Usted es un torero de esos que se les dice que no se puede torear mejor o más despacio por ejemplo, pero llega otro día y se superan. ¿No se ponen límite?

R.-Yo intento no poder límite porque ya bastante límite pone ya el toro como para que tu encima vayas con el freno echado. El freno que normalmente te encuentras es el animal. A mí no me ha funcionado. Yo cuando a lo mejor tenía alguna tarde en mente que te hace especial ilusión, que estás centrando en esa tarde y abandonas un poco las otras, o te quiere reservar para una tarde en concreto, aquello no funciona. Prefiero ponerle a cada tarde todo lo que esté en mi mano.

P.-El Puerto le espera

R.-Como hacía mucho que no venía a El Puerto, me vine a echar el día y quería torear en la plaza. Llamé a Carlos Zúñiga y me atendieron dos o tres señores, que me abrieron la puerta y estuvieron en la plaza conmigo echando la tarde. Me dio mucho gusto porque me transmitieron algo especial. La forma en que me hablaron de la plaza, cómo tenían la capilla y como la han dejado de bonita. Cuando ven algo que está deteriorado de la plaza les duele como si fuese su casa.

P.-Son los Carambito, que cuidan la plaza

R.-Me gusta encontrar la motivación y la encuentro en la vida en general, pero en las tardes de toros necesita uno encontrarse. A lo mejor ellos no lo saben pero parte de la motivación que voy a llevar este año en El Puerto va a ser por ellos. Por ese cariño que le ponen todo el año, por cómo han dejado la capilla y por cómo le han dado ese sitio a la Virgen del Carmen. Cuando entré a la capilla y vi la Virgen del Carmen me emocionó mucho. Llegué al Puerto buscando cosas y me fui del Puerto con las cosas encontradas. Esa gente hay que cuidarla. Me fui tarde, a las diez o diez y media. Imagino que los hombres tendrían que hacer sus cosas y atender su casa, pero se esperaron allí. No me dijeron nada. Solo se me acercaron para preguntarme si quería agua.

P.-El toreo tiene estas cosas que van más allá del dinero, los cortijo o los mercedes

R.-Cosas mucho más profundas, y el toreo las tiene. Tocarle el corazón a la gente no es fácil y el toreo se lo toca.

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