Toros en Las Ventas
  • Morante hizo lo de más brillo, pero se encasquilló con la espada Urdiales tropezó con la incomprensible frialdad de Las Ventas

  • El confirmante García Pulido dejó buena impresión

  • Feria de San Isidro: los toros están de moda

Para empezar, de más a menos

La embestida a media altura de ‘Rompeolas’ no impidió que Morante le hiciese el toreo puro con el natural hasta detrás de la cadera. La embestida a media altura de ‘Rompeolas’ no impidió que Morante le hiciese el toreo puro con el natural hasta detrás de la cadera.

La embestida a media altura de ‘Rompeolas’ no impidió que Morante le hiciese el toreo puro con el natural hasta detrás de la cadera. / Mariscal /EFE

ECHÓ a andar aquel invento de don Livinio Stuyk de cuando España empeñaba los colchones para ver a Manolete y aquello que salió de la mente feraz del empresario fue agrandándose hasta llegar a una especie de maratón taurino que muchos califican como primera feria del mundo, que para gustos, los colores. Y al conjuro de Morante, primer cartel de no hay billetes y lo que te rondaré. Junto al orfebre cigarrero se anunciaban ese torero de culto llamado Diego Urdiales y canonizado por Curro Romero más la confirmación de alternativa de un joven toledano llamado Guillermo García Pulido. Y cosas de estos tiempos que corren es doloroso que un chaval que sólo llevaba una corrida, la de su alternativa este invierno en Valdemorillo, confirme la alternativa con un toro a punto de cumplir los seis años.

Ateniéndonos al orden de lidia comencemos por el confirmante, que se anuncia García Pulido y que dejó una muy buena impresión en el toro de la ceremonia, que atendía por Afectuoso, un zambombo que en octubre cumpliría seis años. Liga mucho con la diestra y el toro, que es una máquina de embestir en la muleta tras no colaborar en el capote y mansear en el caballo. Pero de todo lo bueno que realizó el joven torro toledano hay que quedarse con sus pases de pecho, largos y a la hombrera contraria, tanto en el cierre de una tanda al natural como en la de redondos. Ejecutó bien la suerte suprema, pero la espada cayó un tanto, la muerte se retrasó y tras oír un aviso hubo una leve petición a la que correspondió saludando. En el sexto cabe decir que estuvo muy por encima del toro, un colorado precioso que tampoco va a emplearse en el capote y que huye del caballo. Muy decidido con la muleta, parece entenderlo con derechazos, pero Bandido no humilla por ninguno de sus pitones, el torero insiste y el público le agradece sus ganas de estar bien ante un toro que se ha declarado abiertamente antibeligerante. García Pulido deja una buena impresión en tarde tan trascendente y la pregunta es la de cuándo volverá a vestirse de luces.

La frialdad del tendido venteño no valoró una gran faena de Diego Urdiales con naturales como éste a ‘Amoroso’. La frialdad del tendido venteño no valoró una gran faena de Diego Urdiales con naturales como éste a ‘Amoroso’.

La frialdad del tendido venteño no valoró una gran faena de Diego Urdiales con naturales como éste a ‘Amoroso’. / Mariscal /EFE

Lo más brillante de la tarde corrió a cargo de Morante, pero Morante se fue entre pitos de Las Ventas. ¿Y eso cómo se digiere? Pues vamos a ver. En su primero, de nombre Rompeolas, prodigó muletazos que eran hermosos carteles de toros. Un trincherazo descomunal, un monumento llamado cambio de mano, naturales como soñados, pero el cigarrero pegó un sainete de aquí te espero con el estoque. El toro no lo deja pasar y él intenta eludir aquello como puede y lo que puede surge tras ocho pinchazos, dos avisos y un descabello.

Fue una pena que una obra realizada de detalle en detalle cada cual más bello acabara así. En el cuarto, un colorado llamado Tamborilero, Morante se ve sin opciones con el capote y todo este tercio correrá a cargo de un imponente Curro Javier, pero ni siquiera los buenos oficios del aljarafeño domeñaron las intenciones de un toro violento y de embestidas irregulares. Y tras un inicio colosal, el toro se paró para siempre y hasta el 29 con la de Juan Pedro para la que ya se ha colgado el no hay billetes.

Diego Urdiales debió cortarle la oreja a Amoroso, tercero de la corrida y primero de su lote, pero su hermosa faena de muleta no fue comprendida por la cátedra venteña. Tras un gran quite a la verónica, Diego brindó a la plaza y se puso a torear pleno de sentimiento, pero sin la correspondencia debida de los tendidos. Era incomprensible esa fría actitud de un público que no tiene la frialdad como condición principal. Era de lío gordo pero cayó en saco roto, lo mató de gran estocada sin puntilla y, con el gesto contrariado, Diego quiso dar la vuelta al ruedo y la dio. El quinto era un morlaco muy cuesta arriba que huye del caballo, se llamaba Chalino y se declaró experto en cabezazos, de embestida muy violenta y probón hasta decir basta. Diego optó por lo que se demandaba, macheteó por la cara y lo mató de media y estocada. Para empezar, una corrida que fue progresivamente a menos.

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