Ni un alma. Nadie. Nada. Sin movimiento. La Sierra vivió este sábado el primero de los días del puente de Todos Los Santos con imágenes inauditas. Calles vacías, senderos vacíos, terrazas vacías, carreteras sin coches a primeras horas de la mañana. Algo impensable hace un par de semanas cuando los pueblos de la comarca estaban de bote en bote en el puente del Pilar, que obligó a algunos municipios a redoblar esfuerzos para intentar garantizar  las medidas de distanciamiento interpersonal ante  la numerosa presencia de visitantes.

El cierre perimetral de los 19 pueblos de la Sierra impuesto desde la noche del jueves por la Junta de Andalucía para tratar de frenar la subida de contagios en la comarca se notaba en la red de carreteras de la comarca, con controles de la Guardia Civil parando a los pocos vehículos que transitaban por causa justificada.

La medida del cierre, que ha cogido por sorpresa al sector de la hostelería, que ha visto caer en tromba todas las reservas en hoteles y casas rurales que tenía para estos días, se traducía en persianas echadas de tiendas, bares y alojamientos turísticos en pueblos como El Bosque o Grazalema, entre otros.

Nada imaginable con lo que el sector turístico esperaba para este puente, uno de los más esperados del año para numerosos negocios, ya que es el que inaugura la temporada de otoño e invierno y donde las expectativas se presentaban muy buenas con un clima que acompañaba.

Pero este ‘no puente’ ha desbaratado los planes de numerosas personas en pro de conseguir frenar el aumento de contagios por el coronavirus en la zona, a tenor de la realidad que viven algunos pueblos como la localidad de Arcos, con casi 500 contagiados o Grazalema, que en las últimas semanas ha tenido la tasa más alta de incidencia de la provincia por los brotes que se han dado en el ámbito familiar.