La procesión del Rosario en Cádiz: La Capitana del 7 de octubre

La Virgen del Rosario vuelve a hacerse presente en las calles el día de su fiesta con mucho público y con una ciudad más dispuesta y exornada que otros años

Las imágenes de la procesión de la Patrona por las calles de Cádiz
Las imágenes de la procesión de la Patrona por las calles de Cádiz / Jesús Marín

Es Patrona de la ciudad. Es su Alcaldesa Perpetua. Es Medalla de Oro. Y es la Capitana del 7 de octubre. Así lo recordaba la marcha procesional que regaló el pregonero de la Patrona del pasado año (Iván Roa) y que no pudo estrenarse hasta este año a consecuencia de la lluvia que caía sobre la ciudad hace 365 días. Con el estreno de la marcha Capitana, de Jorge Marcial, regresaba la Virgen del Rosario a las calles de la ciudad en el día de su fiesta; una procesión que ha discurrido por una ciudad más dispuesta que años anteriores, si cabe, para celebrar uno de sus días grandes. El de su Patrona.

El festivo del 7 de octubre se reflejaba en el entorno de la iglesia de Santo Domingo, donde el Ayuntamiento y la propia Archicofradía han intensificado, si cabía, los exornos. Así, la calle Sopranis estrenaba iluminación extraordinaria, reflejando el sentido de festividad de la jornada; en la plaza de San Juan de Dios lucía una alfombra de sales de colores con escudos dominico y de la propia ciudad, a los pies del balcón principal del Ayuntamiento; y el Compás de Santo Domingo destacaba con un cuidado exorno floral en las pilastras de piedra ostionera y a lo largo de la reja que abraza el santuario.

En el interior del templo, que permaneció abierto durante toda la jornada, el olor a nardos cubría la totalidad de las naves, pese a que el paso presidía el altar mayor, ya dispuesto (tras la función votiva) para la procesión de la tarde. Blanca inmaculada y con sus mejores galas se presentaba la Virgen en el día de su fiesta ante una ciudad que acudía en masas a su encuentro.

Pasadas las siete de la tarde asomaba a ese Compás de Santo Domingo la Virgen del Rosario, acompañada esos primeros compases por la nueva marcha, Capitana. A partir de ahí, la Patrona se daría un baño de masas de más de tres horas de duración por un recorrido donde se apreciaba más público que años anteriores; quizás por la ausencia del pasado año, quizás por las buenas temperaturas que reinaron durante la jornada en este veranillo que parece tener ya, al fin, los días contados.

Todas las cofradías de la ciudad, incluido este año la hermandad de los Patronos, precedían a la Archicofradía del Rosario y al paso de la Virgen; en algunos tramos con excesiva distancia entre esas representaciones y los cofrades del Rosario. Y delante de las cofradías, la banda del Rosario, que desde hace unos años comparece en su ciudad el 7 de octubre poniendo su mejor música, reconocida ya en todos los rincones de España, al servicio de la advocación que da nombre a la banda.

El numeroso público que ha sido una constante durante el recorrido no disminuyó, ni mucho menos, en el tramo final del recorrido. Ya sin cofradías delante, con algunos guiones despidiendo a la Virgen en la esquina de San Juan de Dios con Sopranis, la última calle del itinerario se ha reivindicado un año más como foco central de la procesión, ese donde las devociones -pasiones en algunos casos- se desatan entre el público que marcha delante del paso y de los acólitos y en el que contempla el caminar de la Virgen desde la acera o en los balcones de las casas. Todo ello a golpe de marchas de la portuense banda de Maestro Dueñas, mezclando clásicos procesionales como Pasan los Campanilleros con algunas de las marchas más de moda en la actualidad, como Espíritu Santo de Pablo Ojeda; a lo que se unían cantos y otras piezas musicales que mezclaban también clásicos marianos con composiciones creadas expresamente para la Patrona.

Con este final de procesión donde no han faltado los aplausos y las petaladas, como tampoco las flores de papel que colgaban de fachada a fachada ni las colgaduras en balcones que hermoseaban las fachadas de esta zona de Santa María, la Capitana regresaba a casa poco antes de las once de la noche, culminando así una intensa, concurrida y muy engalanada festividad del Rosario.

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