Diario Cofrade

La crónica del Lunes Santo de 2024 en Cádiz: Lágrimas, lluvia y Lignum Crucis

Dos jóvenes penitentes de la cofradía de La Palma muestran su tristeza tras confirmarse que no procesionarían.

Dos jóvenes penitentes de la cofradía de La Palma muestran su tristeza tras confirmarse que no procesionarían. / Jesús Marín

Lágrimas y lluvia. Triste mezcla. Las emociones más líquidas quedan hermosísimas en relatos cinematográficos pero son temibles para los cofrades. Lágrimas perdiéndose en la lluvia y caras empapadas de tristeza ante lo evidente: el Lunes Santo no estaba para bravuconadas. Fue una jornada marcada por la desolación pero también por la histórica decisión de la Junta de Gobierno de Vera-Cruz de procesionar sin sus pasos y poner en la calle su cortejo precediendo al Lignum Crucis, una reliquia del madero donde fue crucificado Jesús de Nazaret y rescatado del monte Calvario en Jerusalén.

La lluvia fue la gran protagonista del día y provocó discusiones, concilios, disgustos... Hubo quien lo tuvo claro, quien dudó y hasta quien necesitó meter el dedo en la llaga como Santo Tomás para ver que, efectivamente, la lluvia moja. Le ocurrió al Nazareno del Amor, que, como ya hiciera la Sagrada Cena el Domingo de Ramos, plantó su cortejo en la calle entre aplausos entusiastas para darse media vuelta cuando la Cruz de Guía apenas si había iniciado su bajada por San Francisco ante una lluvia tan liviana como pertinaz. Fueron chubascos débiles, casi cobardes, como esas bandas de forajidos que golpean y corren a refugiarse a sus cuarteles de invierno. Pero hasta pasadas las siete de la tarde los rayos de un sol ya adormecido no comenzaron a verse por detrás de un mar que ayer tuvo un color tan gris como su cielo.

El Lignum Crucis de Vera-Cruz, saliendo de San Francisco. El Lignum Crucis de Vera-Cruz, saliendo de San Francisco.

El Lignum Crucis de Vera-Cruz, saliendo de San Francisco. / Lourdes de Vicente

El caso es que ni esta luz de esperanza convenció a los mandamases de Vera-Cruz para sacar los pasos a la calle. Tendrán sus motivos. Entre ellos el estreno de las bambalinas bordadas para el paso de la Virgen de la Soledad. Así que quienes pensaron que la apertura de los cielos, aunque tardía, les permitiría ver una procesión en Cádiz se llevaron un jarro de agua (otro) cuando se confirmó que no habría más protagonista que la ya mencionada reliquia, que procesionó en su parihuela con más pompa del que nunca ha tenido hasta el momento en su corta pertenencia a la hermandad.

Después del fiasco del Domingo de Ramos había esperanzas en una mejoría meteorológica que finalmente llegó demasiado tarde para casi todos. Porque si al principio de la mañana los partes hablaban de que los chubascos intermitentes cesarían en torno a las dos de la tarde, al mediodía ya auguraban agua y viento hasta las seis de la tarde. La primera cofradía en tener que tomar una decisión fue La Palma. Y aquí no hubo dudas. Sobre las dos de la tarde el hermano mayor, Pedro Bueno, tomó la palabra en el templo viñero y verbalizó lo que ya todos sabían simplemente echando un vistazo a su semblante:#“Acabamos de venir del Consejo de Hermandades. Hemos estado viendo los partes meteorológicos que hasta el momento podían ofrecernos. Hemos estado viendo con la Base Naval de Rota y dan agua hasta las seis de la tarde. A partir de las seis habrá una mejoría hasta las 12 de la noche que estará proporcionada dentro de la ciudad de Cádiz. A partir de las 12 de la noche ya viene otra borrasca. Viendo los partes y que hasta las seis de la tarde seguirá lloviendo, la Junta de Gobierno ha decidido suspender la salida procesional de 2024”. Las previsiones daban agua y agua hubo en forma de lágrimas mientras los titulares asistían como testigos mudos a una escena que se repetiría luego con variaciones en hábitos, iglesias y hermanos.

Porque si en la Viña llovía en la Alameda el panorama no era muy diferente. La hermandad anunció que su Junta de Gobierno se reuniría a las cuatro de la tarde. Primero se optó por retrasar en media hora su salida, pero finalmente imperó la sensatez de salvaguardar el patrimonio de la cofradía del Mentidero, que sigue avanzando en el proceso de culminación de su nuevo paso de misterio, y también canceló su salida.

En ese momento todas las miradas se volvieron hacia San Francisco. Allí el Nazareno del Amor y Vera-Cruz aguardaban una mejoría de los cielos que se resistía. En la calle muchos paraguas y fieles apostados en la calle que baja buscando la carrera oficial. Dentro del templo, mucha incertidumbre.

Penitentes del Nazareno del Amor tras conocer que no procesionarían. Penitentes del Nazareno del Amor tras conocer que no procesionarían.

Penitentes del Nazareno del Amor tras conocer que no procesionarían. / Julio González

El hermano mayor, Manuel Mota, anuncia al final de la eucaristía que la Junta de Gobierno había solicitado media hora de retraso en la salida para poder consultar nuevos partes meteorológicos y tomar una decisión definitiva. A las cuatro y media se decide salir y a las 16:43 se abren las puertas de la iglesia y se planta la Cruz de Guía. Parece una decisión arriesgada, a tenor de que sigue lloviendo, pero los tramos de penitentes empiezan a desfilar. La ilusión dura unos minutos. Media vuelta. Hay mucho en juego. Y muchos Lunes Santos.

Ya sólo quedaba Vera-Cruz para evitar que Cádiz viviera una jornada en blanco. Pero la Junta de Gobierno que dirige Emilio Bienvenido tomó por la calle de en medio. Habría procesión pero sin los pasos. Estamos ante un hecho histórico. 

Una vez aceptada la medida, la capilla musical emprendió la marcha, seguida por los penitentes de la Virgen y finalmente por los del Cristo –todos ellos sin portar los cirios al cuadril, algo habitual en esta cofradía–, que precedieron al Lignum Crucis, cargado por cuatro acólitos con sus horquillas. Tras ellos, la banda Maestro Enrique Montero de Chiclana.

Fue un Lunes Santo tristón, decepcionante, lluvioso que, eso sí, dejó estampas para guardar como una reliquia en la historia de la Semana Santa de Cádiz.

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