El Lunes Santo isleño se ha echado a la calle de la mano de la hermandad de los Afligidos dispuesto a revalidar su leyenda. La jornada que arrastra las mejores críticas de toda la Semana Santa de San Fernando tiene también la obligación de revalidar cada año esa fama que se ha ganado a pulso.

Y el cortejo de los Estudiantes ha sido el primero en salir a defender el título. A las seis y media de la tarde, sus hermanos de fila se han desplegado por la plaza Madre Teresa de Calcuta con sus largas colas recogidas en un brazo y el cirio en la otra, ese gesto nazareno que es toda una declaración de principios cofrades, para encaminarse hacia el centro. Por supuesto, tras bajar por la calle Ancha, que es una de esas escenas indispensables de la tarde. 

A los sones de Amarguras -el himno de la Semana Santa que cumple cien años- se ha puesto en camino el monumental paso de misterio de los Afligidos. Y, casi simultáneamente, se han abierto las puertas de la Iglesia Mayor y de la Pastora para que las otras dos hermandades del día, Medinaceli y Ecce Homo, emprendan su recorrido. 

Grandiosa ha sido también la salida del Romano, donde las marchas de la agrupación musical San Juan de Jerez han calentado motores antes incluso de que Pilatos, un Lunes Santo más, asomara por la plaza para decirle a los pastoreños que su Semana Santa 'chica' -la que forman las hermandades de Ecce Homo, Huerto y Misericordia- ha empezado. Y por derecho además. La cuadrilla de cargadores de la JCC ha demostrado con ganas lo que sabe hacer debajo de un paso y ha conquistado los aplausos del público. 

El centro, por su parte, se ha vuelto a llenar con la archicofradía de Jesús de Medinaceli, que ha sido la primera en pasar por la Carrera Oficial. Este año, además, la cofradía ha ampliado su recorrido hasta la calle Losada, lo que ha deparado algunas imágenes insólitas, como el 'encuentro' entre la cruz de guía y el paso del Cautivo, cuando éste estaba todavía en la Carrera Oficial y los hermanos de las primeras secciones buscaban la plaza de San José. O, más tarde, el del palio de la Trinidad con el misterio de los Aflifidos, en este mismo punto.