Procesiones por sorteo

Semana Santa de Cádiz 2020

Hace un siglo, las cofradías decidieron rifar las salidas procesionales ante la falta de medios económicos para que todas se pusieran en la calle

Servitas fue la sacrificada

Servitas, en una imagen de finales del XIX
Servitas, en una imagen de finales del XIX. Sería la gran sacrificada en la Semana Santa de 1920

Semana Santa por sorteo. Así, como suena. Eso que hoy parece tan descabellado es lo que ocurrió hace justo un siglo, cuando la falta de medios económicos obligó a las hermandades existentes a adoptar este acuerdo para resolver la difícil cuestión: quién procesiona y quién se queda en casa. Curiosamente, una cuestión económica que hoy vuelve a estar de plena actualidad ante la latente preocupación de las hermandades por las consecuencias que para ellas tenga también la epidemia del coronavirus y el hecho de haber suspendido los desfiles procesionales esta Semana Santa.

Diario de Cádiz cuenta lo ocurrido pocos días antes del Domingo de Ramos. A diferencia de los tiempos actuales, en los que antes incluso que acabe el año anterior ya están definidos los horarios e itinerarios de las salidas procesionales.

En plena semana de Pasión se reunió la Junta de Procesiones –lo que hoy es el Consejo de Hermandades– en el despacho del alcalde de la ciudad (Manuel García Noguerol). En la reunión estaban presentes el canónigo Pedro Natera en representación de Servitas, el mayordomo de Columna, Francisco Fernández; José Andrades en representación del Santo Entierro; el secretario del alcalde, Igueravides (no especifica el nombre la información) representaría también a la hermandad de Afligidos; Arturo Gallego a Ecce–Homo; Francisco Martel a Piedad; José Martel por el Nazareno, y también por el obispo a través del canónigo Antonio García Cosano. Un representante de “la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Humildad y Paciencia”, Manuel Cerón; otro de la Unión Patronal, Santiago Hervías; y uno último en nombre del Sindicato de Ultramarinos, Tomás Alonso, completaban la reunión.

Para esa Semana Santa el Ayuntamiento otorgó una subvención de 6.000 pesetas y otra de 2.000 pesetas. Y el Sindicato de Ultramarinos colaboró con la celebración de las procesiones con la partida de 320 pesetas. “Faltando por cobrar y contestar otros como es la Liga de Cafés, suscripción a entidades,etc.”, precisaba el periódico respecto a otros donativos que podrían recibir las hermandades.

Con esa partida económica en la mesa, llegó la hora de conocer los gastos, que cada representante aportó y “de los cuales se tomó nota detallada por el secretario y se deliberó extensamente por todos”.

Tuvo que ser intenso aquel debate, hasta el punto de que el presidente “manifestó sus deseos de que salieran todas las cofradías”, rogando un acuerdo “para tomar resolución en firme”. Pero eso fue imposible. Y ante la falta de acuerdo, la decisión adoptada fue celebrar un sorteo para que una de esas cofradías presentes en la reunión se quedara en casa ante la falta de dinero suficiente para sufragar su salida.

Y la sacrificada fue la orden de Servitas, que como alivio se quedaba que al año siguiente “será la primera en recorrer nuestras calles”.

A última hora

La reunión se celebró en plena semana de Pasión, pocos días antes del Domingo de Ramos. Aún no se sabía ni el día de salida ni los recorridos de cada una

Acto seguido, ya sin Servitas, llegó la hora de repartir los días de salida de cada hermandad, que por aquel entonces no tenían esta cuestión tan encorsetada como hoy en día. Y quedó el reparto con una cofradía cada día (el Domingo de Ramos Afligidos, el Lunes Columna, el Martes Piedad, el Miércoles Ecce–Homo, el Jueves Nazareno y el viernes Santo Entierro). Quedaban por concretar el día la Humildad y Paciencia y el Señor de la Salud, “en espera del arreglo sobre las bandas de música”. Días después se concretó que Humildad saliera el Martes y la Salud el Miércoles.

Las bandas, precisamente, fue otro de los puntos de la reunión. La del Hospicio y la de Salesianos estaban confirmadas, acordando los presentes pedir al gobernador militar que facilitara la presencia de las bandas de cornetas y tambores del regimiento de Cádiz.

En el turno de palabras final, el mayordomo de Columna propuso que todos los mayordomos contribuyeran con 25 pesetas de su propio bolsillo “para ayudar a los gastos”, algo que fue aprobado por unanimidad. Una decisión que se antoja también complicada en los tiempos actuales.

Una última cuestión se abordó en esa hoy inverosímil reunión celebrada días antes de Semana Santa: las cofradías aún no tenían decidido los itinerarios, pidiendo el representante del canónigo García Cosano (José Martel) que se cumplimentara este apartado con la mayor diligencia, reseñando que los itinerarios había que presentarlos al obispo.

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