Patrimonio cofrade: algo más que fe y arte

lEl papel de las hermandades es clave en el sostenimiento de un sector económico artesanal

12 de abril 2017 - 02:10

Durante estos días vivimos el momento más destacado y conocido de las hermandades de nuestra ciudad: damos testimonio de fe, realizando una labor evangélica, y propiciando posibles encuentros con Dios y con su mediadora, la Santísima Virgen, conmemorando la pasión de Jesucristo mediante nuestras procesiones.

Al hablar de hermandades y cofradías estamos haciendo referencia a uno de los movimientos de la Iglesia Católica más populares y populosos, al menos en España y concretamente en Andalucía. Es uno de los carismas más conocidos, ya que traspasa el ámbito de la religión, de la fe, para abarcar otros aspectos de nuestro mundo. Este secular movimiento cofrade ha sido estudiado profusamente desde muchos puntos de vista: desde la Teología, desde la Historia, desde el Arte, desde la Antropología y la Sociología. No en vano existen como tales desde el siglo XIV y han ido adaptándose a las circunstancias sociales, asistenciales y eclesiales. Pero poco se ha estudiado desde el prisma de la Economía o la Geografía Económica. Sí se han realizado pequeños estudios o artículos de la incidencia en la economía de determinadas ciudades durante la Semana Santa. Por todos es conocido el agrado con el que ven los hosteleros y hoteleros estos días. De ello dan cuenta las innumerables noticias en los informativos hablando de la influencia positiva del turismo religioso.

Hay numerosos talleres e industrias que se sostienen de los encargos de cofradías

Menos conocida, y poco estudiada, es la incidencia en la economía andaluza de la adquisición en patrimonio que realizan año tras año. Y es en estos días de Semana Santa cuando se concentra en nuestras calles la mayor parte de las obras artístico-religiosas que atesoran nuestras hermandades y cofradías de San Fernando, como en el resto de Andalucía.

Desde diversos sectores de dentro y fuera de la Iglesia, incluso algunos cofrades o pertenecientes a hermandades, siempre ha existido cierta tendencia a utilizar esto como ataque y rechazo a esta faceta de las hermandades al ver en ello un excesivo despilfarro, boato, lujo, etc… Pero pocos saben, conocen o admiten (o quieren admitir), el beneficio social que reporta el hecho de que una hermandad ejecute la obra de un nuevo paso tallado o el bordado de un palio o el labrado de un pequeño incensario.

Son numerosos los talleres e industrias que se sostienen total o en su mayor parte por los encargos de las cofradías, de forma directa (tallistas, imagineros, escultores, doradores, bordadores, cereros, orfebres…) e indirecta (telares, pasamanerías, floristas...). Por ello sería interesante realizar un estudio pormenorizado de cuanto incide esto tanto en el PIB de Andalucía como en la población activa. Pero sea como sea, sea mucho o poco el peso que estas inversiones tengan en la economía y el empleo de nuestra tierra, de nuestra comunidad autónoma, lo que está claro es que las cofradías invierten ese capital directamente en patrimonio, e indirectamente en mantener unos sectores artesano-industriales que sin su sustento desaparecerían. Así que bienvenido sea.

Y ¿de dónde sale el dinero que se invierte? ¿Se quita de alguna partida presupuestaria? ¿De la educación, de la sanidad o de la dependencia? El dinero que empleamos para ello surge de las cuotas de hermanos y donativos voluntarios de hermanos y devotos, de rifas y verbenas, del trabajo altruista de muchos. Qué mejor obra social que invertir un dinero que surge casi de la nada en un patrimonio que directa o indirectamente genera empleo.

Y todo esto sin menoscabo del ejercicio de la caridad que realizamos: entendida como ayudar al necesitado, mediante innumerables acciones de menor o mayor calado (comedores, economatos, albergues, hospitales y asilos, colaboraciones con ONGs y asociaciones de asistencia, campañas de alimentos o material escolar, etc.), que merecen otro o varios artículos y estudios, a pesar de que no debe conocer una mano lo que hace la otra. Y sobre todo teniendo en cuenta que las cofradías son organizaciones cuyo fin primordial es el culto a través de la devoción a las imágenes, no estando reñida la inversión patrimonial con una mayor o menor vida espiritual de los hermanos o una menor o mayor "categoría" de cristiano. No es mejor o más pura una hermandad cuanto más parca y ausente de patrimonio se presente a nuestros ojos.

Así que pido a todos en general: cuando veamos el estreno de un nuevo paso o un nuevo bordado o una nueva insignia, no veamos solo una obra de arte o un elemento litúrgico, no solo un regalo de la piedad popular a sus devociones. Además de admirar una gubia o los dedos de un bordador, admiremos la obra social que la cofradía ha realizado al generar o mantener diversos puestos de trabajo.

Y a los cofrades en concreto: como dijo recientemente don Joaquín Moeckel en una ponencia sobre el papel de las hermandades en el mundo actual, no nos avergoncemos de esas inversiones, ya que seguramente Dios ve con buenos ojos que las cofradías andaluzas mantengan cientos de puestos de trabajo. Qué mejor acción social que esa.

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