El gran misterio del Viernes Santo en la Semana Santa de San Fernando: el traslado al sepulcro

San Fernando/Aunque se trata de una hermandad mariana por excelencia -y de una de las grandes dolorosas de la Semana Santa de San Fernando- merece la pena pararse a contemplar el paso de misterio de la hermandad de la Soledad en la tarde del Viernes Santo, conjunto escultórico que recrea el traslado al sepulcro con una enorme elegancia y plasticidad.

El misterio, curiosamente, no se incorporó al cortejo procesional hasta mediados de la década de los 60 del siglo pasado. Y, sin embargo, parece que llevara toda la vida ahí.

La imagen del Santísimo Cristo de la Redención llegó de la mano de Castillo Lastrucci en 1965. La hechura pone de manifiesto su innegable firma con tan solo un vistazo. Es otra de las obras gestada en los talleres este prolífico escultor sevillano -todo un nombre propio del siglo XX- que puede disfrutarse en la Semana Santa de San Fernando. Entre 1999 y 2000 fue restaurado por Juan Manuel Miñarro López.

De los talleres de Lastrucci son también las imágenes de San Juan Evangelista (que también es titular de la hermandad) y Nicodemo y José de Arimatea, que fueron realizadas también a mediados de los 60.

En los 80, no obstante, se transformó notoriamente este misterio tras la adquisición de un nuevo paso. Alfonso Berrarquero restauró las imágenes secundarias y agregó otras nuevas al conjunto entre 1986 y 1987: las tres marías, María de Cleofás, María Salomé y María Magdalena, lo que le brindó una plasticidad hasta entonces insólita en la Semana Santa isleña que tuvo además una gran aceptación.

En el año 2001 se le añadiría una última imagen: la de Santa Marta, obra del escultor Juan Carlos García Díaz. Este último realizó también el nuevo paso para el misterio que la hermandad estrenó el Viernes Santo de 2002 y que brindó la configuración actual a uno de los conjuntos escultóricos pasionales más completos que procesiona en la Semana Santa isleña.

El paso, durante años, contó con el acompañamiento de una banda de música en su recorrido por las calles de La Isla. No obstante, para reforzar el estilo de la cofradía, la hermandad optó a principios de siglo por prescindir de las marchas para que procesionara en silencio, con el único acompañamiento de una capilla musical, al estilo de las cofradías llamadas 'de silencio' o 'de negro'.