Antes incluso de que comenzase la temporada de verano, la playa de Camposoto había adquirido un enorme protagonismo ante la decisión del gobierno local de ofrecer y adecuar una parte de la costa a aquellos que quisieran acudir junto a sus perros a disfrutar del sol y del mar. Los planes no sentaron bien a todos los isleños. No todos veían las ventajas de esa playa canina. El debate tomó la calle. Aunque finalmente, tras una votación -la primera consulta on line de este tipo que se ha impulsado desde el Ayuntamiento- se dio luz verde al proyecto. Así se consiguió que La Isla tuviese la única playa de la provincia que, por ahora, permite oficialmente la entrada de perros en la zona especialmente acondicionada para ellos. En total, Andalucía solo cuenta con siete playas con esta autorización. Y la de Camposoto es una de ellas. Ahora acaba de cumplir un mes de su apertura, tiempo suficiente para hacer el primer balance de su funcionamiento.

Y los dueños de mascotas, aunque se felicitan por el logro que ha supuesto esta playa canina, creen que hay que mejorar mucho todavía. Así lo explican desde Asispe, la Asociación isleña del Perro. "No estamos muy conformes con cómo ha quedado la playa. Entendemos que es el primer año y que hay cosas que mejorar. Sobre todo el acceso", comenta en este sentido Joaquín Leiva, su presidente.

Es el gran inconveniente. La necesidad de separar la playa canina de la zona de baño para ajustarse a las excepciones de una exigente normativa ha convertido su acceso en un hueso duro de roer. Un sendero de dos kilómetros desde el último aparcamiento y en el que antes de llegar al destino, por cuestiones ambientales, la pasarela de madera desaparece a pesar de que hay que seguir en línea recta durante un tramo más para poder llegar. Los usuarios lamentan también la falta de servicios en la zona "cuando también a nosotros nos puede ocurrir cualquier cosa, como en cualquier otra pista", explica Leiva.

"Creo que esto ha servido únicamente para crear rivalidad. Creo que también podría ser algo más laxo por el tema del camino de acceso. Creo que la historia está en hacer las cosas con cabeza y educación, sin molestarnos los unos a los otros", comenta Ricardo Aparicio, usuario de la playa que de la única correa de la que tira es de la de la sombrilla.

"Aun no he podido ir a la playa porque mi perra no puede andar mucho, por no hablar de que es muy complicado que quiera bañarse si no puede ir nadie con ella. Vinieron unos familiares míos desde Madrid muy contentos con lo de la playa canina pero tampoco pudieron acudir porque su mascota es muy mayor y le hubiese resultado imposible ", comenta apenada Laura Candón, una isleña propietaria de mascota que suele acudir también a Camposoto. "Era una idea que podría atraer al turismo pero para ello se necesita una mínima inversión", cuestiona la joven.

Para Asispe la solución podría pasar por el traslado del espacio reservado para los perros al comienzo de la playa, junto a los límites que separan la zona que sigue en manos militares. "Así estaríamos cerca de los servicios y tampoco molestaría a aquellos que van por la orilla hasta la Punta del Boquerón", propone Leiva.

Muchos usuarios consideran también demasiado restrictivas las normas que se han impuesto para la playa canina. No obstante, uno de los requisitos que deben cumplir todas las playas caninas de Andalucía es precisamente la prohibición del baño de las personas en favor del de los perros.

Sin duda, la propuesta no ha sido el revulsivo que algunos esperaban. Aunque tampoco el desastre que auguraban hace unas semanas muchos de los que estaban en contra. Sin duda, se trata todavía de una iniciativa en una fase muy temprana de desarrollo que necesita mejorar para adecuarse mejor a las necesidades de los usuarios y convertirse en un potente atractivo para la playa isleña.