La Esperanza ya reina en el Panteón: largas colas para el besamanos previo a la coronación en San Fernando
La titular de la Expiración recorre los últimos metros del camino hacia su coronación acompañada de gente
Este domingo preside un besamanos extraordinario que ha arrastrado a multitud de isleños hasta el templo de la Armada
La Virgen de la Esperanza, camino de su coronación en el Panteón en San Fernando
¡Qué alegría ver la cola que ha arrastrado el besamanos de la Esperanza en el Panteón este domingo! Sin duda va a ser uno de esos momentazos que los hermanos de la Expiración van a recordar con más cariño después de esta coronación canónica que ya han empezado a tomar forma en San Fernando.
Ver tanta gente con la Virgen ha sido de lo más gratificante. La cola iba desde el altar mayor, donde se ha entronizado la Virgen a la espera del pontifical de próximo sábado, hasta el mismo patio de la Escuela de Suboficiales de la Armada. No ha importado ni que fuera domingo ni lo lejos que esto quedaba de los lugares comunes de La Isla... No dejaba de llegar gente. El trasiego ha sido continuo. El besamanos de la Esperanza en el Panteón ha superado con creces todas las expectativas. Por allí, en esas tres horitas en las que ha estado abierto por la mañana, han pasado numerosos cofrades, miembros de otras hermandades y de sus juntas de gobierno, devotos de esta antigua imagen mariana, familias enteras, niños y mayores a los que había que tender el brazo y ayudar para subir los cuatro escaloncitos del altar y poder acercarse a la Virgen.... Se les ha visto mirar cara a cara a la dolorosa, se han visto gestos de emoción y se han visto también sonrisas y rostros plenos de satisfacción.
Para esto se coronan las imágenes, para estas cosas salen a la calle... Por eso uno se alegra inmensamente de que el besamanos previo a la coronación haya arrastrado una larga cola durante la mañana de este domingo. Por si alguno dudaba del sentido que tiene la coronación; por si alguno, todavía a estas alturas, piensa que esto viene a ser algo obsoleto, cosa de cuatro capillitas a los que solo les importa echarse a la calle con el paso.
Los isleños han cumplido, igual que lo hicieron en la jornada del sábado acompañándola en su traslado en procesión, que también fue de lo más multitudinario. Yo diría que se están dejando contagiar por la ilusión de la hermandad ante ese sueño de la coronación que empieza a hacerse tangible. Y si la Esperanza está allí en la Población de San Carlos... pues allá vamos a verla, que esto -todo lo que está pasando en estos días- no deja de ser algo histórico en San Fernando. Que el día de mañana podremos contar a nuestros nietos que vimos a la Esperanza del Silencio llenar de gente el Panteón de Marinos Ilustres.
Como si siempre hubiese estado allí
La Esperanza está ya en el Panteón y la verdad es que parece que llevara allí toda la vida. Es lo que pasa cuando las cosas se hacen donde tienen que hacerse. Uno ve a la titular de la Expiración allí en medio de este templo dedicado a los grandes héroes de la Marina... y no desentona nada de nada. Todo encaja. El sitio ha sido todo un acierto.
La Virgen, además, llegó al gran templo de la Armada en la noche del sábado tras recorrerse media Isla en procesión y acompañada siempre de gente, a los sones -impecables- de la banda de música Julián Cerdán y con los andares de una cuadrilla de los Jóvenes Cargadores Cofrades (JCC). Fue en su paso pero sin palio, para que se la viera mejor. Con cuatro candelabros dorados del misterio de la Resurrección en las esquinas, que daban al conjunto una imagen inédita. Y con una corona de flores sobre sus sienes y una mantilla como tocado que el vestidor convirtió en el elemento central para esta ocasión excepcional. Una imagen del todo extraordinaria, que la ocasión así lo requería.
El traslado, aunque no dejaba de ser el prólogo de todo lo que se avecina, dejó también muy buen sabor de boca en La Isla por el ambiente que rodeó a la Esperanza desde que saliera de la castrense pero que, a medida que avanzaba la tarde, fue además tomando la medida de la cofradía, integrándose en ella y acompañando a la Virgen mientras avanzaba por Rosario, San Rafael, la Glorieta... Así, hasta el final, hasta ver entrar a la Esperanza en el Panteón tras pasar por la reja de la puerta de las Victorias, donde la esperaban los alumnos de la Escuela de Suboficiales y sus mandos para refrendar así ese histórico vínculo que tiene desde sus orígenes la hermandad con la Armada Española. La Esperanza, de esta forma, recorría los últimos metros de ese largo camino que lleva al fin a su esperada coronación.
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