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Transporte público

Cuando el tranvía estuvo a punto de descarrilar: la sentencia que casi acaba con el proyecto

  • En 2010, una sentencia del TSJA dictada a raíz de las expropiaciones de Montañeses de la Isla hizo que el tranvía se tambaleara al declarar nulo el proyecto y todas las actuaciones llevadas a cabo tras dos años de obras 

  • Hubo que esperar hasta 2012 para que una nueva resolución judicial reconociera la imposibilidad material de ejecutar dicha sentencia y concretara la resolución del conflicto a través de indemnizaciones con los afectados 

  • El tranvía de la Bahía de Cádiz comenzara a funcionar el próximo día 26

Derribo de viviendas y negocios expropiados por el proyecto del tranvía en la zona de Montañeses de la Isla. En el año 2010.

Derribo de viviendas y negocios expropiados por el proyecto del tranvía en la zona de Montañeses de la Isla. En el año 2010. / E.P. (San Fernando)

No han sido pocos los obstáculos que el tranvía ha tenido que superar a lo largo de todos estos años, pero hubo un momento especialmente crítico que incluso hizo tambalearse el proyecto y conmocionó a la ciudadanía, especialmente a La Isla.

Fue en 2010, cuando a raíz de los recursos presentados por los propietarios afectados por las expropiaciones acometidas en la manzana de Montañeses de la Isla, colindante al trazado del tranvía por la calle Real, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) dictó una demoledora sentencia que declara nulo el proyecto y todas las actuaciones acometidas cuando la obra sumaba ya más de dos años en marcha. Dicho de otra forma, el tranvía era ilegal.

Dicha resolución se basaba, principalmente, en que no se había tramitado debidamente el procedimiento expropiatorio al omitirse el trámite de información pública del proyecto, que es un requisito obligatorio en el caso de las expropiaciones forzosas. 

Joaquín Moreno, uno de los 10 propietarios afectados por estas expropiaciones y que en su momento rehusó firmar un acuerdo económico con la Consejería de Fomento, se convirtió en el hombre que consiguió parar el tranvía por defender la que había sido su casa.

Poco después llegaría una segunda sentencia en el mismo sentido relativa a otros propietarios afectados por las expropiaciones. La Junta abrió de inmediato una vía de negociación con ellos, una vía con la que terminaría por zanjar el conflicto aunque no sin tensiones a lo largo de los próximos meses.  

En paralelo, solicitó al TSJA la "inejecución de la sentencia" habida cuenta de que, después de dos años de obras, resultaba imposible asumir en la práctica esa nulidad del proyecto "y de todas las actuaciones acometidas". 

Así que una nueva sentencia del TSJA, con fecha de 2012, declaró que "existe causa de imposibilidad material" del cumplimiento de la anterior resolución y fijó las correspondientes indemnizaciones a los afectados. 

El conflicto quedaba así cerrado, pero la credibilidad del tranvía -la buena fe que muchos ciudadanos habían depositado en el proyecto asumiendo las bondades que se vendían de este nuevo medio de transporte- quedó en entredicho por unos incomprensibles fallos cometidos en la tramitación del proyecto. 

Lo ocurrido además dio alas al movimiento antitranvía, que tras el entusiasmo que supuso el inicio de las obras se había desinflado. Por entonces empezaban a pasar factura a los ciudadanos las consecuencias de la crisis financiera de 2008, la administración sacaba la tijera para empezar a hacer recortes y los proyectos faraónicos empezaban a ser cuestionados.

En ese clima, y cuando las obras empezaban ya a alargarse demasiado, el tranvía empezó a verse con otros ojos. 

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