Una obra escultórica colocada en un punto de una ciudad determinada forma siempre un todo. Es lo que representa pero también el momento en la obra fue concebida, el entorno urbano para el que se hizo y hasta la relación que al cabo de los años entabla con los vecinos al ir poco a poco integrándose en el paisaje local. Por eso cualquier intervención posterior que se acometa -aún justificada por los nuevos desarrollos y actuaciones urbanísticas- puede derivar en un problema. En La Isla hay ejemplos sobradamente conocidos, como el de la polémica fuente Tusquets, que cambió su emplazamiento original para dejar paso al tranvía y quedó mutilada al perder, primero, su base de círculos concéntricos y, más tarde, la embarcación que coronaba la estructura. 

Salvador García, el autor de la escultura dedicada a la familia que hasta ayer se emplazaba en una rotonda de Camposoto, suscribe esa visión de la obra como un todo. Pero no se cierra a posibles intervenciones para que el monumento -inaugurado en 2003, cuando se hizo la nueva carretera de la playa- pueda reflejar en su homenaje a otros modelos de familia más allá del tradicional integrado por un padre, una madre y sus hijos, que es el que muestra el conjunto escultórico ideado hace dos décadas.

El Ayuntamiento ha retirado la obra para afrontar la remodelación de la glorieta, reducir su diámetro y solventar los problemas de tráfico que acarrea en la zona. Y una cosa ha llevado a la otra. La actuación urbanística ha llevado a plantearse la necesidad de revisar el sentido con el que fue concebida originalmente la escultura. 

El Ayuntamiento se lo ha planteado y el escultor sevillano -autor también de 'La Lola' de la avenida Pery Junquera- agradece el gesto que ha tenido el Consistorio. De hecho, anda ya pensando en varias propuestas que quiere presentar personalmente a la alcaldesa, Patricia Cavada, a la que va a plantear un encuentro. "Me gusta darle muchas vueltas a las cosas", afirma al conversar con este periódico. 

"Se puede hacer algo y podemos acertar", sostiene al referirse al interés del gobierno municipal isleño por que la obra refleje la realidad social y la diversidad de familias que existe.

Es complicado al tratarse de una obra que está hecha desde hace casi 20 años, admite. Todo un reto que en gran medida dependerá de la capacidad que tengan de entenderse el autor y el Ayuntamiento isleño. "Estoy dispuesto a colaborar y me ofrezco para plantear distintas soluciones", apunta al referirse a esa sensibilidad del ejecutivo local, al que quiere trasladar varias propuestas que esperan que sean de su agrado. 

Eso sí, aclara, el conjunto escultórico original considera que no debería tocarse. Así que las soluciones que se dieran para reflejar a otros tipos de familia más allá del tradicional tendrían que venir con la incorporación de nuevos elementos a la obra que aludieran a esa realidad social. "Se puede hacer algo", asegura al valorar la petición del Ayuntamiento.