San Fernando

Saludo a "la semana de los sentidos"

  • Manuel Jesús Sánchez Casas anuncia la llegada de la Semana Santa con un canto en verso a las hermandades que llena de reflexiones acerca de la vigencia del carisma cofrade

No solo a través de la palabra llegó esta vez a La Isla el anuncio de una nueva Semana Santa. Lo hizo también a través de los cinco sentidos. Porque la Semana Santa no es cosa que pueda únicamente contarse. La Semana Santa se ve, se huele, se toca, se escucha y hasta se come. Y el pregonero, en esta ocasión, no quiso quedarse corto en su semblanza de la Pasión, Muerte y Resurrección según La Isla. Por eso, además del verso, Manuel Jesús Sánchez Casas echó mano ayer en el Real Teatro de las Cortes a montajes audiovisuales, al incienso, a las marchas procesionales, al característico tacto de las bolas de cera y hasta a los típicos roscos de la Semana Santa. Porque todo eso, además de la palabra, es también esa Semana Santa que un año más asoma por La Isla a la vuelta solo de unos días y que ayer pudo intuirse, olerse y palparse en el principal escenario de la ciudad.

Cristo sobre todas las cosas. Super Omnia Christus, que reza el lema de los Estudiantes, la hermandad del pregonero. Esa premisa fundamental y los cinco sentidos como hilo conductor estructuraron un pregón que podría decirse que fue muy de Afligidos y que, aunque se movió entre varios planos argumentales, tuvo indiscutiblemente un mensaje central en el que Sánchez Casas insistió a lo largo de toda su alocución: el carisma cofrade, esa específica vocación del apostolado seglar y su indispensable misión evangelizadora.

"Los cofrades debemos fomentar la acción evangelizadora y pastoral y promover la justicia, la caridad y la solidaridad como signos de identidad de la Iglesia. Pero la Iglesia, nuestra Madre, debería arroparnos dándonos el sitio que nos corresponde, con las responsabilidades que los cofrades debemos y queremos ocupar en nuestras parroquias", afirmó el pregonero, al que presentó su amigo y hermano mayor de su hermandad, Manuel Muñoz Rivero.

La frase viene a resumir ese mensaje central que quiso dar a este anuncio de la Semana Santa, un pregón que animó a los cofrades a "dar siempre la cara" y a no quedarse "escondidos" en las sacristías y en las casas de hermandad y que advirtió también de que su fe, la fe del cofrade, "nadie la apaga".

En este Domingo de Pasión fueron, sin embargo, numerosos los temas que el pregonero fue hilvanando con sus vivencias y reflexiones en el Real Teatro de las Cortes: el perdón, la eucaristía, el recuerdo de los fallecidos (Berraquero entre ellos), la labor social de las cofradías, su hermandad de los Afligidos, sus vivencias familiares y cofrades, la carga y la JCC y hasta la necesidad de que los cofrades asuman que son parte -y parte fundamental- de la Iglesia... Aunque Sánchez Casas tuvo también tiempo y ocasión de aludir a otras cuestiones que fueron más allá de lo estrictamente cofrade. Ahí queda, por ejemplo, ese alegato a La Isla y a los isleños pidiéndole que despierten de una vez -casi en los primeros minutos del pregón-o sus referencias a España, "nuestra patria, nuestra España tan vendida".

Una de sus referencias más llamativas fue, no obstante, su alusión a los cofrades divorciados y a las parejas del mismo sexo, "temas delicados" -reconoció- que todavía "escuecen". "La Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia a la que pertenecemos todos los bautizados, no puede olvidar ni dar la espalda a esos hijos que, por muy diversos motivos, han visto fracturarse su matrimonio, pero que desean seguir bajo su amparo amándola como Madre y esperando su acogida y comprensión", manifestó. Y casi en los mismos términos se refirió el pregonero a las parejas que se aman "sin distinción de género". "¿Quiénes somos nosotros para juzgar?", dijo, recordando las palabras del Papa Francisco.

Pero para hablar de la Semana Santa y de sus hermandades -que fue, inevitablemente, el grueso del pregón- Manolo Sánchez Casas optó por el verso como lenguaje predeterminado para recorrer cronológicamente los misterios pasionales que representan las hermandades de penitencia, desde la Borriquita hasta el Resucitado, desde la tarde del Domingo de Ramos hasta la mañana de Pascua, verso a verso. El pregón fue así también un aplaudido canto lírico de casi hora y media en el que el pregonero hizo patente su cariño por unas cofradías que inevitablemente forman parte de su vida. "Se aman las cofradías, como un concepto, una idea, como una vocación de apostolado seglar y una forma de vida", llegó a decir recordando las enseñanzas de su padre, Antonio Tolín Sánchez Mallou.

Quiso además el pregonero que la Semana Santa que viene pudiera verse ayer en el principal escenario de La Isla. Para elló echó mano de un montaje audiovisual que a los sones del Ave María repasó todas y cada una de las advocaciones marianas, a las que encadenó unos de los versos más aplaudidos de su alocución.

Aunque uno de los momentos más simpáticos que ayer se vivió en el Teatro de las Cortes fue cuando este veterano cofrade aludió a esa Semana Santa que entra por el sentido del gusto para repartir -lo hicieron varios chiquilos entre el patio de butacas- los típicos roscos de la Semana Santa, que los espectadores de los palcos, para su sorpresa, tenían también bajo sus localidades.

Y especialmente original fue la parte que Sánchez Casas se reservó para hablar de una de sus grandes pasiones -la música procesional- y los versos con el ranking de las mejores marchas -a gusto del pregonero, claro- que se hizo acompañar al piano, al chelo y al clarinete en un singular popurrí elaborado expresamente para la ocasión por José González García.

Para el tacto, el último de los sentidos a través de los que el pregonero condujo a los asistentes por el camino hacia una nueva Semana Santa, dejó una de las sopresas finales: las bolas de cera que nuevamente repartió un grupo de niños entre los asistentes para que apreciaran sus "rugosidades y blanduras". Este último gesto fue la antesala que le sirvió -ya pasadas las dos de la tarde- para terminar su anuncio de la Semana Santa, un epílogo al que quiso poner también los sones de Amarguras, los mismos que se escuchan al inicio del acto y que acompañaron una nueva proyección audiovisual sobre el escenario. Esta vez, sobre su hermandad de los Estudiantes, a la que dedicó sus últimos versos, que hablaron de ese "abrazo perfecto" entre Jesús y su Madre que brinda el misterio del Lunes Santo, el mismo abrazo con el que metafóricamente quiso fundirse con el público antes de rubricar con el 'he dicho' el punto final de su pregón.

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