Hartos de vivir en una finca sin arreglos
Los vecinos de Faustino Ruiz número 1 denuncian la falta de obras en una finca donde se desprenden paredes, se caen techo, sufren humedades y se cuelan ratas y numerosos bichos
Una día fue una joya del patrimonio. Debería seguir siéndolo pero lo que antiguamente era el claustro del hospicio franciscano actualmente en una finca reconvertida en viviendas que presenta un lamentable estado de conservación que afecta a sus habitantes. Es la denuncia que hacen precisamente algunos de los vecinos, que aseguran haber solicitado a la propiedad arreglos que no se realizan, lo que les llevó a presentar un escrito en la Delegación de Urbanismo el 6 de junio sin que hasta la fecha hayan obtenido respuesta. "De allí venimos ahora, y nos vuelven a dar largas. Hemos ido varias veces y nos ponen excusas", se quejan Jesús Barrios Cid y Miguel Ángel Vázquez García, dos ciudadanos hartos de la situación que padecen con sus familias.
Los problemas del inmueble son innumerables. Jesús y Miguel Ángel hablan del estado del patio donde los vecinos de la planta baja tienen. La cantidad de palomos es insoportable, cuentan, y ha provocado que haya numerosos insectos. "Todo está infectado de piojillos, yo tuve que ir al médico por las picaduras", reconoce Barrios Cid. La presencia de ratas que se cuelan tanto en ese espacio exterior como en algunas casas también ha puesto en alerta a los vecinos, que afirman que la única contestación a sus peticiones a la propietaria para que lo solucione ha sido "que nos vayamos". Sólo hizo obras en la entrada a petición de uno de los vecinos más antiguos.
Tampoco ha hecho caso, insisten, a los requerimientos del colegio Compañía de María por el estado del muro que da a su patio. "Se está cayendo pero sigue sin actuar", lamentan. No arregla el agujero que hay en el pasillo de la primera planta. Ni las paredes que se desprenden, ni los techos.
"Las polillas se estaban comiendo las puertas de mi casa, se lo dije y me contestó que no era su problema. Las he tenido que cambiar todas. Los techos están fatal, y en el del cuarto de baño, como me ha advertido un amigo albañil, la azotea se puede venir encima", continúa Jesús. En el pasillo de la primera planta, señala Miguel Ángel Vázquez, hay un agujero. En su casa los suelos vibran. Todo está lleno de humedades, porque cuando llueve el agua se filtra al interior de la vivienda.
Ambos vecinos conocen cuáles son los derechos y obligaciones que tienen como inquilinos. "En la Oficina del Consumidor (OMIC) nos han explicado que nosotros tenemos que hacernos cargo de obras menos, y que la propiedad es quien tiene que hacer las obras mayores". Por eso, acudieron con su problema a principios de junio a Urbanismo, presentaron un escrito. Esperaban que técnicos municipales se acercaran a la finca para informar de la situación, pero nada ha ocurrido. "Hemos ido varias veces y nada. Nos dan largas, que si el perito está fuera, que si está de vacaciones. Siempre hay algo y ya estamos hartos por eso hemos decidido hacerlo público", manifiestan desesperados.
Sus quejas vienen refrendadas por la firma de otros vecinos. De los quince, trece firmaron, dos -los dos más mayores, y con una renta baja- no quisieron meterse.
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